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tercer libro Cincuenta sombras liberadas

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eso—. Esa es una de las cosas que me encantan de ti. Pero guárdate esa mano demasiado larga. Has dichoque tenías hambre…Me dedica su sonrisa tímida y se me encoge el corazón.—Oh, señora Grey, ¿qué voy a hacer con usted?—Me vas a contestar a la pregunta. ¿Qué quieres comer?—Algo ligero. Sorpréndame, señora Grey —me dice utilizando las mismas palabras que yo utilicé antes enel cuarto de juegos.—Veré qué puedo hacer. —Salgo pavoneándome del estudio y me dirijo a la cocina. Se me cae el alma alos pies cuando me encuentro allí a la señora Jones.—Hola, señora Jones.—Hola, señora Grey. ¿Les apetece algo de comer?—Mmm…Está revolviendo algo en una cazuela sobre el fuego que huele deliciosamente.—Iba a hacer unos bocadillos para el señor Grey y para mí.Se queda parada durante un segundo.—Claro —dice—. Al señor Grey le gusta el pan de barra… Creo que hay un poco en el congelador yacortado con el tamaño de bocadillo. Yo puedo hacerles los bocadillos, señora.—Lo sé. Pero me gustaría hacerlos yo.—Claro, lo entiendo. Le dejaré un poco de espacio.—¿Qué está cocinando?—Es salsa boloñesa. Se puede comer en cualquier otro momento. La congelaré. —Me sonríe amablementey apaga el fuego.—Mmm… ¿Y qué le gusta a Christian… en el bocadillo? —Frunzo el ceño cohibida por la frase. ¿Sehabrá dado cuenta la señora Jones de lo que implicaba?—Señora Grey, en un bocadillo puede meterle cualquier cosa. Si está dentro de pan de barra, él se locomerá. —Las dos sonreímos.—Vale, gracias. —Busco en el congelador y encuentro el pan cortado en una bolsa de congelar. Colocodos trozos en un plato y los meto en el microondas para descongelarlos.La señora Jones ha desaparecido. Frunzo el ceño y vuelvo al frigorífico para buscar algo que meter dentrodel pan. Supongo que es cosa mía establecer los parámetros de reparto del trabajo entre la señora Jones y yo.Me gusta la idea de cocinar para Christian los fines de semana, pero la señora Jones puede hacerlo durante lasemana. Lo último que me va a apetecer cuando vuelva de trabajar va a ser cocinar. Mmm… Una rutinasimilar a la de Christian con sus sumisas. Niego con la cabeza. No debo pensar mucho en eso. Encuentro unpoco de jamón y un aguacate bien maduro.Cuando le estoy añadiendo sal y limón al aguacate machacado, Christian sale de su estudio con los planosde la casa nueva en las manos. Los coloca sobre la barra para el desayuno, se acerca a mí, me abraza y mebesa en el cuello.—Descalza y en la cocina —susurra.—¿No debería ser descalza, embarazada y en la cocina? —digo burlonamente.

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