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tercer libro Cincuenta sombras liberadas

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Frunzo el ceño.—¿Y eso tiene sentido?—La nota —me dice mirándome—. La nota de rescate que tenía ese cabrón de Hyde. Decía algo asícomo: «¿Sabes quién soy? Porque yo sé quién eres, pajarillo».Para mí no tiene ningún sentido.—Es de un <strong>libro</strong> infantil. Dios mío. Los Collier lo tenían. Se llamaba… ¿Eres tú mi mamá? Mierda. —Abre mucho los ojos—. Me encantaba ese <strong>libro</strong>.Oh. Conozco ese <strong>libro</strong>. Se me encoje el corazón. ¡<strong>Cincuenta</strong>!—La señora Collier me lo leía.No sé qué decir.—Dios mío. Lo sabía… Ese cabrón lo sabía.—¿Se lo vas a decir a la policía?—Sí, se lo diré. Aunque solo Dios sabe lo que va a hacer Clark con esa información. —Christian sacude lacabeza como si intentara aclarar sus pensamientos—. De todas formas, gracias por lo de esta noche.Uau, cambio de marcha.—¿Por qué?—Por reunir a mi familia en un abrir y cerrar de ojos.—No me des las gracias a mí, dáselas a Mia. Y a la señora Jones, por tener siempre llena la despensa.Niega con la cabeza como si estuviera irritado. ¿Conmigo? ¿Por qué?—¿Qué tal se siente, señora Grey?—Bien. ¿Y tú?—Estoy bien. —Frunce el ceño porque no comprende mi preocupación.Oh, en ese caso… Le rozo el estómago con los dedos y sigo por el vello que baja desde su ombligo.Ríe y me agarra la mano.—Oh, no. Ni se te ocurra.Hago un mohín y él suspira.—Ana, Ana, Ana, ¿qué voy a hacer contigo? —Me da un beso en el pelo.—A mí se me ocurren unas cuantas cosas.Me retuerzo a su lado y hago una mueca cuando el dolor de mis costillas se expande por todo mi torso.—Nena, has pasado por muchas cosas. Además, te voy a contar un cuento para dormir.¿Ah, sí?—Querías saberlo… —Deja la frase sin terminar, cierra los ojos y traga saliva.Se me pone de punta todo el vello del cuerpo. Mierda.Empieza a contar con voz suave.—Imagínate esto. Un chico adolescente que quiere ganarse un dinerillo para poder continuar con unaafición secreta: la bebida. —Se gira hacia un lado para que quedemos el uno frente al otro y me mira a losojos—. Estaba en el patio de los Lincoln, limpiando los escombros y la basura tras la ampliación que el señorLincoln acababa de hacerle a su casa…Oh, madre mía… Me lo va a contar.

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