10.07.2015 Views

tercer libro Cincuenta sombras liberadas

tercer libro Cincuenta sombras liberadas

tercer libro Cincuenta sombras liberadas

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

y él nunca se quejó.—Vamos —le digo cogiéndole la mano.Él me mira con los ojos muy abiertos. Le llevo hasta el baño, donde le suelto la mano para coger la sillablanca de madera que hay en un rincón. La coloco delante del lavabo. Cuando miro a Christian veo que él meestá contemplando con una diversión que no puede ocultar, los pulgares metidos en las trabillas del cinturónde sus pantalones y los ojos ardientes.—Siéntate —le digo señalando la silla vacía e intentando mantener mi ventaja momentánea.—¿Me vas a lavar el pelo?Asiento. Arquea una ceja por la sorpresa y durante un momento creo que se va a echar atrás.—Vale. —Se desabrocha lentamente los botones de la camisa blanca, empezando por el que tiene bajo lagarganta. Sus dedos diestros se ocupan de un botón cada vez hasta que se abre toda la camisa.Oh, Dios mío… La diosa que llevo dentro se detiene en mitad de su vuelta de honor al estadio.Christian me tiende uno de sus puños en un gesto que indica «suéltamelo tú» y su boca esboza esa mediasonrisa tan sexy y desafiante que a él se le da tan bien.Oh, los gemelos. Le cojo la muñeca y le quito el primero, un disco de platino con sus iniciales grabadas enuna sencilla letra bastardilla. Después le quito el otro. Cuando lo hago le miro y su expresión divertida hadesaparecido para dejar paso a algo más excitante… mucho más excitante. Estiro los brazos y le bajo lacamisa por los hombros, dejando que caiga al suelo.—¿Listo? —le susurro.—Para lo que tú quieras, Ana.Mis ojos abandonan los suyos y bajan hasta sus labios separados para poder inspirar más profundamente.Esculpidos, cincelados o lo que sea… Tiene una boca increíble y sabe más que de sobra qué hacer con ella.Me doy cuenta de que me estoy acercando para besarle.—No —me dice y coloca las dos manos sobre mis hombros—. Si sigues por ahí, no llegarás a cortarme elpelo.¡Oh!—Quiero que lo hagas —continúa, y su mirada es directa y sincera por alguna razón que no me explico.Eso me desarma.—¿Por qué? —pregunto en un susurro.Me mira durante un segundo y sus ojos se abren un poco más.—Porque me hace sentir querido.Prácticamente se me para el corazón. Oh, Christian, mi <strong>Cincuenta</strong>… Y antes de darme cuenta le estoyabrazando y besándole el pecho antes de apoyar la mejilla sobre el vello de su pecho, que me hace cosquillas.—Ana. Mi Ana —murmura. Me envuelve con sus brazos y los dos nos quedamos de pie inmóviles,abrazándonos en nuestro baño. Oh, cómo me gusta estar entre sus brazos. Aunque sea un imbécil dominantey megalómano, es mi imbécil dominante y megalómano que necesita una dosis de cariño que dure toda lavida. Me aparto un poco, pero no le suelto.—¿De verdad quieres que lo haga?Asiente y sonríe con timidez. Yo le devuelvo la sonrisa y rompo el abrazo.

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!