10.07.2015 Views

tercer libro Cincuenta sombras liberadas

tercer libro Cincuenta sombras liberadas

tercer libro Cincuenta sombras liberadas

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

—Gracias —le dice Christian. Levanto la vista justo en el momento en que ella se queda con la bocaabierta. Acaba de ver bien por primera vez a mi marido. No me importa. Puede mirar a Christian con la bocaabierta todo el tiempo que quiera si hace que mi padre vuelva a ponerse bien.—¿Puede oírme? —le pregunto.—Está en un estado de sueño profundo, pero ¿quién sabe?—¿Puedo quedarme aquí sentada un rato?—Claro. —Me sonríe con las mejillas sonrosadas por culpa de un rubor revelador. Incomprensiblementeme encuentro pensando que el rubio no es su color natural de pelo.Christian me mira ignorándola.—Tengo que hacer una llamada. Estaré fuera. Te dejo unos minutos a solas con tu padre.Asiento. Me da un beso en el pelo y sale de la habitación. Yo sigo cogiendo la mano de Ray, sorprendidade la ironía de que ahora, cuando está inconsciente, es cuando más ganas tengo de decirle cuánto le quiero.Ese hombre ha sido la única constante en mi vida. Mi roca. Y no me había dado cuenta de ello hasta ahora.No es carne de mi carne, pero es mi padre y le quiero mucho. Las lágrimas vuelven a rodar por mis mejillas.Por favor, por favor, ponte bien.En voz muy baja, como para no molestar a nadie, le cuento cómo fue nuestro fin de semana en Aspen y elfin de semana pasado volando y navegando a bordo del Grace. Le cuento cosas sobre la nueva casa, losplanos, nuestra esperanza de poder hacerla ecológicamente sostenible. Prometo llevarle a Aspen para quepueda ir a pescar con Christian y le digo que el señor Rodríguez y José también serán bienvenidos allí. Porfavor, sigue en este mundo para poder hacer eso, papá, por favor.Ray permanece inmóvil; su única respuesta es el ruido del respirador bombeando y el monótono perotranquilizador pi, pi, pi de la máquina que vigila su corazón.Cuando levanto la vista encuentro a Christian sentado a los pies de la cama. No sé cuánto tiempo lleva ahí.—Hola —me dice. Sus ojos brillan de compasión y preocupación.—Hola.—¿Así que voy a ir de pesca con tu padre, el señor Rodríguez y José? —me pregunta.Asiento.—Vale. Vamos a comer algo y le dejamos dormir.Frunzo el ceño. No quiero dejarle.—Ana, está en coma. Les he dado los números de nuestros móviles a las enfermeras. Si hay algún cambio,nos llamarán. Vamos a comer, después nos registramos en un hotel, descansamos y volvemos esta noche.La suite del Heathman está exactamente igual que como yo la recuerdo. Cuántas veces he pensado en aquellaprimera noche y la mañana siguiente que pasé con Christian Grey… Me quedo de pie en la entrada de lasuite, paralizada. Madre mía, todo empezó aquí.—Un hogar fuera de nuestro hogar —dice Christian con voz suave dejando su maletín junto a uno de losmullidos sofás—. ¿Quieres darte una ducha? ¿Un baño? ¿Qué necesitas, Ana? —Christian me mira y sé queno sabe qué hacer. Mi niño perdido teniendo que lidiar con cosas que están fuera de su control… Llevaretraído y contemplativo toda la tarde. Se encuentra ante una situación que no puede manipular ni predecir.

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!