10.07.2015 Views

tercer libro Cincuenta sombras liberadas

tercer libro Cincuenta sombras liberadas

tercer libro Cincuenta sombras liberadas

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

—Sí me atreveré. —Está serio. Madre mía. Muy serio—. Y tengo el permiso de tu padrastro. —Sonríeburlón. Está bromeando. ¿O no? Me lanzo contra él y él se gira, así que ambos caemos sobre la cama, yoentre sus brazos. Cuando aterrizamos siento el dolor de las costillas y hago una mueca.Christian se queda pálido.—¡Haz el favor de comportarte! —me reprende y veo que por un momento está enfadado.—Lo siento —murmuro acariciándole la mejilla.Me acaricia la mano con la nariz y le da un beso suave.—Ana, es que nunca te preocupas por tu propia seguridad. —Me levanta un poco el dobladillo de lacamiseta y coloca los dedos sobre mi vientre. Yo dejo de respirar—. Y ahora ya no se trata solo de ti —susurra, y recorre con las yemas de los dedos la cintura de los pantalones del chándal, acariciándome la piel.El deseo explota en mi sangre, inesperado, caliente y fuerte. Doy un respingo y Christian se pone tenso,detiene el movimiento de sus dedos y me mira. Sube la mano y me coloca un mechón de pelo tras la oreja.—No —susurra.¿Qué?—No me mires así. He visto los hematomas. Y la respuesta es no. —Su voz es firme y me da un beso en lafrente.Me retuerzo.—Christian —gimoteo.—No. A la cama —me ordena y se sienta.—¿A la cama?—Necesitas descansar.—Te necesito a ti.Cierra los ojos y niega con la cabeza, como si le estuviera costando un gran esfuerzo. Cuando vuelve aabrirlos, los ojos le brillan por la resolución.—Haz lo que te he dicho, Ana.Estoy tentada de quitarme la ropa, pero recuerdo los hematomas y sé que así no conseguiré convencerle.Asiento a regañadientes.—Vale —concedo, pero hago un mohín deliberadamente exagerado.Él sonríe divertido.—Te traeré algo de comer.—¿Vas a cocinar tú? —No me lo puedo creer.Se ríe.—Voy a calentar algo. La señora Jones ha estado ocupada.—Christian, yo lo haré. Estoy bien. Si tengo ganas de sexo, seguro que puedo cocinar… —Me siento condificultad, intentando ocultar el dolor que me provocan las costillas.—¡A la cama! —Los ojos de Christian centellean y señala la almohada.—Ven conmigo —susurro deseando llevar algo más seductor que pantalones de chándal y una camiseta.—Ana, métete en la cama. Ahora.Le miro con el ceño fruncido, me levanto y dejo caer al suelo los pantalones de una forma muy poco

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!