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tercer libro Cincuenta sombras liberadas

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mente.—Tenemos que inmovilizarle —responde Ryan.—¿Inmovilizarle?—Por si se despierta. —Ryan mira a Sawyer.—¿Qué necesitáis? —pregunta la señora Jones dando un paso adelante. Ya ha recobrado la compostura.—Algo con que sujetarle… Un cordón o una cuerda —responde Ryan.Bridas para cables. Me sonrojo cuando los recuerdos de la noche anterior invaden mi mente. Me froto lasmuñecas en un acto reflejo y bajo la mirada para echarles un rápido vistazo. No, no tengo cardenales. Bien.—Yo tengo algo: bridas para cables. ¿Eso servirá?Todos los ojos se fijan en mí.—Sí, señora. Eso es perfecto —dice Sawyer muy serio.En ese momento quiero que me trague la tierra, pero me giro y voy hasta nuestro dormitorio. A veces hayque enfrentarse a las cosas sin arredrarse. Tal vez sea la combinación del miedo y el alcohol lo que meproporciona esta audacia.Cuando vuelvo, la señora Jones está evaluando el desastre del vestíbulo y la señorita Prescott se ha unido alequipo de seguridad. Le paso las bridas a Sawyer, que lentamente y con un cuidado innecesario le ata lasmanos detrás de la espalda a Hyde. La señora Jones desaparece en la cocina y regresa con un botiquín deprimeros auxilios. Coge del brazo a Ryan, lo lleva al salón y se ocupa de curarle el corte de encima del ojo. Élhace una mueca de dolor cuando ella le aplica un antiséptico. Entonces me fijo en la Glock con silenciadorque hay en el suelo. ¡Joder! ¿Estaba Jack armado? Siento la bilis en la garganta y hago todo lo que puedo porevitar vomitar.—No la toque, señora Grey —me advierte Prescott cuando me agacho para recogerla. Sawyer emerge deldespacho de Taylor con unos guantes de látex.—Yo me ocupo de eso, señora Grey —me dice.—¿La llevaba él? —le pregunto.—Sí, señora —asegura Ryan haciendo otra mueca de dolor a consecuencia de los cuidados de la señoraJones. Madre mía… Ryan se ha peleado con un hombre armado en mi casa. Me estremezco con solopensarlo. Sawyer se agacha y coge con cuidado la Glock.—¿Es aconsejable que hagas eso? —le pregunto.—El señor Grey querría que lo hiciera, señora. —Sawyer mete el arma en una bolsa de plástico. Despuésse agacha y cachea a Jack. Se detiene y saca parcialmente un rollo de cinta americana de su bolsillo. Sawyerse queda blanco y vuelve a guardar la cinta en el bolsillo de Hyde.¿Cinta americana? Mi mente registra el detalle mientras yo observo lo que están haciendo con fascinación yuna extraña indiferencia. Entonces me doy cuenta de las implicaciones y la bilis vuelve a subirme hasta lagarganta. Aparto rápidamente el pensamiento de mi cabeza. No sigas por ese camino, Ana.—¿No deberíamos llamar a la policía? —digo intentando ocultar el miedo que siento. Quiero que saquen aHyde de mi casa, cuanto antes, mejor.Ryan y Sawyer se miran.—Creo que deberíamos llamar a la policía —repito esta vez con más convicción, preguntándome qué se

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