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tercer libro Cincuenta sombras liberadas

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Se despierta sobresaltado y levanta la cabeza tan repentinamente que mi mano cae débilmente de nuevosobre la cama.—Hola —digo en un graznido.—Oh, Ana… —Su voz suena ahogada pero aliviada. Me coge la mano, me la aprieta con fuerza y se laacerca a la mejilla cubierta de barba.—Necesito ir al baño —susurro.Me mira con la boca abierta y frunce el ceño un momento.—Vale.Intento sentarme.—Ana, no te muevas. Voy a llamar a una enfermera. —Se pone de pie apresuradamente, alarmado, y seacerca a un botón de llamada que hay junto a la cama.—Por favor —susurro. ¿Por qué me duele todo?—. Necesito levantarme. —Vaya, qué débil estoy.—¿Por qué no haces lo que te digo por una vez? —exclama irritado.—Necesito hacer pis urgentemente —le digo. Tengo la boca y la garganta muy secas.Una enfermera entra corriendo en la habitación. Debe de tener unos cincuenta años, a pesar de que su peloes negro como la tinta. Lleva unos pendientes de perlas demasiado grandes.—Bienvenida de vuelta, señora Grey. Le diré a la doctora Bartley que está despierta. —Se acerca a lacama—. Me llamo Nora. ¿Sabe dónde está?—Sí. En el hospital. Necesito hacer pis.—Tiene puesto un catéter.¿Qué? Oh, qué vergüenza. Miro nerviosamente a Christian y después a la enfermera.—Por favor, quiero levantarme.—Señora Grey…—Por favor.—Ana… —me dice Christian. Intento sentarme otra vez.—Déjeme quitarle el catéter. Señor Grey, estoy segura de que la señora Grey agradecería un poco deprivacidad. —Mira directamente a Christian, esperando que se vaya.—No voy a ir a ninguna parte. —Él le devuelve la mirada.—Christian, por favor —le susurro estirando el brazo y cogiéndole la mano. Él me la aprieta brevemente yme mira, exasperado—. Por favor —le suplico.—¡Vale! —exclama y se pasa la mano por el pelo—. Tiene dos minutos —le dice entre dientes a laenfermera, y se inclina para darme un beso en la frente antes de volverse y salir de la habitación.Christian vuelve a entrar como una tromba en la habitación dos minutos después, cuando la enfermera Norame está ayudando a levantarme de la cama. Llevo puesta una fina bata de hospital. No recuerdo cuándo medesnudaron.—Deje que la lleve yo —dice y se acerca a nosotras.—Señor Grey, yo puedo —le regaña la enfermera Nora.Él le dedica una mirada hostil.

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