10.07.2015 Views

tercer libro Cincuenta sombras liberadas

tercer libro Cincuenta sombras liberadas

tercer libro Cincuenta sombras liberadas

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

campanitas. Tintinea alegremente y solo cuesta cinco euros. Me la pongo nada más comprármela. Esta soyyo, estas son las cosas que me gustan. Inmediatamente me siento más cómoda. No quiero perder el contactocon la chica a la que le gustan esas cosas, nunca. No solo estoy abrumada por el propio Christian, sinotambién por lo rico que es. ¿Me acostumbraré alguna vez a eso?Taylor y Gaston me siguen diligentemente entre las multitudes de última hora de la tarde y no tardo enolvidarme de que están ahí. Quiero comprarle algo a Christian, algo que aleje su mente de lo que está pasandoen Seattle. Pero ¿qué se le puede comprar a alguien que lo tiene todo? Me detengo en una pequeña plazamoderna rodeada de tiendas y me pongo a estudiarlas una por una. Mientras miro una tienda de electrónicame viene a la mente nuestra visita a la galería unas horas antes y el día que visitamos el Louvre. Estábamoscontemplando la Venus de Milo cuando Christian dijo algo que ahora resuena en mi cabeza: «Todosadmiramos las formas femeninas. Nos encanta mirarlas tanto si están esculpidas en mármol como si se venreproducidas en óleos, sedas o películas».Eso me da una idea, una un poco atrevida. Pero necesito ayuda para elegir y solo hay una persona quepuede ayudarme. Saco la BlackBerry de mi bolso con alguna dificultad y llamo a José.—¿Sí? —dice con voz adormilada.—José, soy Ana.—¡Ana, hola! ¿Dónde estás? ¿Estás bien? —Ahora suena más alerta; está preocupado.—Estoy en Cannes, en el sur de Francia. Y estoy bien.—En el sur de Francia, ¿eh? ¿En un hotel de lujo?—Mmm… no. Estamos en un barco.—¿Un barco?—Uno grande… y lujoso —especifico con un suspiro.—Ya veo. —Su tono se ha vuelto frío… Mierda, no debería haberle llamado. Esto es lo último quenecesito ahora mismo.—José, necesito tu consejo.—¿Mi consejo? —Suena asombrado—. Claro —dice y esta vez suena mucho más amable. Le cuento miplan.Dos horas después, Taylor me ayuda a salir de la lancha motora y a subir por la escalerilla hasta la cubierta.Gaston está ayudando a los miembros de la tripulación con la moto de agua. A Christian no se le ve porninguna parte y yo me escabullo al camarote para envolver su regalo, sintiendo un placer infantil.—Has estado fuera un buen rato. —Christian me sorprende justo cuando estoy poniendo el último trozo decelo. Me giro y lo encuentro de pie en el umbral de la puerta del camarote, mirándome fijamente. ¿Voy atener problemas por lo de la moto de agua? ¿O será por lo del fuego en la oficina?—¿Todo está controlado en la oficina? —le pregunto.—Más o menos —dice y una expresión irritada cruza momentáneamente su cara.—He estado haciendo compras. —Espero que eso le mejore el humor y rezo para que esa irritación queveo no esté dirigida a mí. Me sonríe con ternura y sé que nosotros estamos bien.—¿Qué has comprado?

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!