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tercer libro Cincuenta sombras liberadas

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un periodo corto de tiempo que te había perdido.—No, Christian. Nunca. No quería que interfirieras y pusieras la vida de Mia en peligro.Suspira y no sé si es de enfado, de irritación o de dolor.—¿Cómo lo supiste? —le pregunto rápidamente para apartarle de su línea de pensamiento.Me coloca el pelo detrás de la oreja.—Acababa de tocar tierra en Seattle cuando me llamaron del banco. La última noticia que tenía era queestabas enferma y que te ibas a casa.—¿Estabas en Portland cuando Sawyer te llamó desde el coche?—Estábamos a punto de despegar. Estaba preocupado por ti —dice en voz baja.—¿Ah, sí?Frunce el ceño.—Claro. —Me roza el labio inferior con el pulgar—. Me paso la vida preocupándome por ti. Ya lo sabes.¡Oh, Christian!—Jack me llamó cuando estaba en la oficina —murmuro—. Me dio dos horas para conseguir el dinero. —Me encojo de hombros—. Tenía que irme y esa era la mejor excusa.La boca de Christian se convierte en una dura línea.—Y luego despistaste a Sawyer. Él también está furioso contigo.—¿También?—También. Igual que yo.Le toco la cara con cuidado y paso los dedos por su barba. Cierra los ojos y apoya el rostro en mis dedos.—No te enfades conmigo, por favor —le susurro.—Estoy muy enfadado contigo. Lo que hiciste fue algo monumentalmente estúpido. Casi una locura.—Te lo he dicho, no sabía qué otra cosa hacer.—Parece que no te importa nada tu seguridad personal. Y ahora ya no se trata solo de ti —añade enfadado.Me tiembla el labio. Está pensando en nuestro pequeño Bip.Las puertas se abren, lo que nos sobresalta a los dos, y entra una mujer afroamericana que lleva una batablanca sobre un uniforme gris.—Buenas noches, señora Grey. Soy la doctora Bartley.Empieza a examinarme a conciencia poniéndome una luz en los ojos, haciendo que le presione los dedos ydespués me toque la nariz cerrando primero un ojo y después el otro. Seguidamente comprueba todos misreflejos. Su voz es suave y su contacto, amable; tiene una forma de tratarme muy cálida. La enfermera Norase une a ella y Christian se va a un rincón de la habitación para hacer unas llamadas mientras las dos seocupan de mí. Es difícil concentrarse en la doctora Bartley, en la enfermera Nora y en Christian al mismotiempo, pero le oigo llamar a su padre, a mi madre y a Kate para decirles que estoy despierta. Por último dejaun mensaje para Ray.Ray. Oh, mierda… Vuelve a mi mente un vago recuerdo de su voz. Estuvo aquí… Sí, mientras todavíaestaba inconsciente.La doctora Bartley comprueba el estado de mis costillas, presionando con los dedos de forma tentativa perocon firmeza.

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