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tercer libro Cincuenta sombras liberadas

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poco y descubro una delicada pulsera con colgantes de plata, platino u oro blanco, no sabría decir, pero esabsolutamente preciosa. Tiene varios colgantes: la torre Eiffel, un taxi negro londinense, un helicóptero (elCharlie Tango), un planeador (el vuelo sin motor), un catamarán (el Grace), una cama y ¿un cucurucho dehelado? Le miro sorprendida.—¿De vainilla? —dice encogiéndose de hombros como disculpándose y no puedo evitar reírme. Porsupuesto.—Christian, es preciosa. Gracias. Es «briosa».Sonríe.Mi favorito es uno con forma de corazón. Además es un relicario.—Puedes poner una foto o lo que quieras dentro.—Una foto tuya. —Le miro con los ojos entornados—. Siempre en mi corazón.Me dedica esa preciosa sonrisa tímida tan suya que me parte el corazón.Examino los dos últimos colgantes: Una C… Claro, yo soy la primera que le llama por su nombre. Sonríoal pensarlo. Y por último una llave.—La llave de mi corazón y de mi alma —susurra.Se me llenan los ojos de lágrimas. Me lanzo hacia donde está él, le rodeo el cuello con los brazos y mesiento en su regazo.—Qué regalo más bien pensado. Me encanta. Gracias —le susurro al oído. Oh, huele tan bien… A limpio,a ropa recién planchada, a gel de baño y a Christian. Como el hogar, mi hogar. Las lágrimas que yaamenazaban empiezan a caer.Él gruñe bajito y me abraza.—No sé qué haría sin ti. —Se me quiebra la voz cuando intento contener el abrumador cúmulo deemociones que siento.Él traga saliva con dificultad y me abraza más fuerte.—No llores, por favor.Sorbo por la nariz en un gesto muy poco femenino.—Lo siento. Es que estoy feliz, triste y nerviosa al mismo tiempo. Es un poco agridulce.—Tranquila —dice con una voz tan suave como una pluma. Me echa la cabeza hacia atrás y me da unbeso tierno en los labios—, lo comprendo.—Lo sé —susurro y él me recompensa de nuevo con su sonrisa tímida.—Ojala estuviéramos en casa y las circunstancias fueran más felices. Pero tenemos que estar aquí. —Vuelve a encogerse de hombros como disculpándose—. Vamos, levántate. Después de desayunar iremos aver a Ray.Me visto con los vaqueros nuevos y una camiseta. Mi apetito vuelve brevemente durante el desayuno en lasuite. Sé que Christian está encantado de verme comer los cereales con el yogur griego.—Gracias por pedirme mi desayuno favorito.—Es tu cumpleaños —dice Christian—. Y tienes que dejar de darme las gracias. —Pone los ojos enblanco un poco irritado pero con cariño, creo.

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