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tercer libro Cincuenta sombras liberadas

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—Tal vez sea alguien que tenga algo contra ti —le sugiero. Demonios, espero que no sea la bruja—.Como Elena, por ejemplo —continúo en un susurro. Me doy cuenta de que he dicho su nombre un poco másalto, pero solo lo ha podido oír él; tras mirar nerviosamente a Kate, compruebo que está enfrascada en unaconversación con Elliot, que parece enfadado con ella. Mmm…—Estás deseando demonizarla, ¿eh? —Christian pone los ojos en blanco y niega con la cabeza disgustado—. Es cierto que tiene algo contra mí, pero ella no haría algo así. —Me atraviesa con su mirada fija y gris—.Y será mejor que no hablemos de ella. Sé que no es tu tema de conversación favorito.—¿Te has visto cara a cara con ella? —vuelvo a susurrarle, pero no estoy segura de querer saberlo.—Ana, no he hablado con ella desde mi cumpleaños. Por favor, déjalo ya. No quiero hablar de ella. —Mecoge la mano y me roza los nudillos con los labios. Sus ojos echan chispas, fijos en los míos, y veo que esmal momento para seguir con este tipo de preguntas.—Buscaos una habitación, chicos —bromea Elliot—. Oh, es verdad, si ya la tenéis. Pero Christian no la hanecesitado hasta ahora.Christian levanta la vista y fulmina a Elliot con una mirada gélida.—Que te den, Elliot —le responde sin acritud.—Tío, solo cuento las cosas como son. —Los ojos de Elliot brillan divertidos.—Como si tú pudieras saberlo —murmura Christian irónicamente, arqueando una ceja.Elliot sonríe, disfrutando del intercambio de bromas.—Pero si te has casado con tu primera novia… —dice señalándome.Oh, mierda. ¿Adónde quiere ir a parar con esto? Me sonrojo.—¿Y te parece raro, viéndola? —continúa Christian dándome otro beso en la mano.—No —ríe Elliot y niega con la cabeza.Me ruborizo más aún y Kate le da a Elliot un manotazo en el muslo.—Deja de ser tan gilipollas —le regaña.—Escucha a tu chica —le dice Christian a Elliot sonriendo. Parece que su turbación de antes hadesaparecido.Se me destaponan los oídos cuando ganamos altitud y la tensión de la cabina se disipa cuando el avión senivela. Kate mira a Elliot con el ceño fruncido. Mmm… ¿Les pasa algo? No estoy segura.Elliot tiene razón, de todas formas. Me río para mí por la ironía. Es verdad que soy (era) la primera noviade Christian y que ahora soy su mujer. Las quince anteriores y la maldita señora Robinson… bueno, nocuentan. Pero es obvio que Elliot no sabe nada de ellas y que Kate no se lo ha contado. Le sonrío y ella meguiña el ojo cómplice. Mis secretos están a salvo con Kate.—Bien, señoras y caballeros, vamos a volar a una altitud de unos diez mil metros aproximadamente y eltiempo estimado de duración de nuestro vuelo es de una hora y cincuenta y seis minutos —anuncia Stephan—. Ahora ya pueden moverse libremente por la cabina, si lo desean.Natalia sale inmediatamente de la cocina.—¿Alguien quiere un café? —pregunta.

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