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tercer libro Cincuenta sombras liberadas

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—¡Ah! —grito dejándome caer sobre él y él suelta el aire con los dientes apretados. Su brazo serpentea pormi cuerpo hasta mi cuello. Extiende la mano sobre mi garganta, me empuja la cabeza hacia atrás y me obligaa girarla para poder besarme la garganta. Con la otra mano me agarra la cadera y empezamos a movernos a lavez.Yo levanto los pies y él se introduce más en mi interior; dentro y fuera. La sensación es… Gimo confuerza. En esta postura entra tan adentro… Con la mano izquierda sujeto el freno de mano y apoyo la derechacontra la puerta. Christian me agarra el lóbulo de la oreja entre los dientes y tira hasta casi hacerme daño.Entra y sale una y otra vez. Yo subo y después me dejo caer y conseguimos establecer un ritmo. Me rodea elmuslo con la mano por debajo de la falda hasta llegar al vértice entre mis muslos y con dos dedos me acariciasuavemente el clítoris a través de la fina tela de mi ropa interior.—¡Ah!—¡Rápido, Ana! —jadea junto a mi oído con los dientes apretados. Su otra mano sigue en mi cuello, pordebajo de la barbilla—. Tenemos que acabar con esto rápido, Ana —me dice a la vez que aumenta la presiónde los dedos sobre mi sexo.—¡Ah! —Siento el familiar aumento del placer en mi interior, cada vez más profundo.—Vamos, nena —dice junto a mi oído—. Quiero oírte.Gimo. Soy toda sensaciones, con los ojos fuertemente cerrados: su voz en mi oído, su aliento en mi cuelloy el placer saliendo del lugar donde está excitando mi cuerpo con los dedos y donde me embiste en lo másprofundo. Y me pierdo. Mi cuerpo toma el control, buscando desesperadamente la liberación.—Sí… —susurra Christian en mi oído. Abro los ojos y veo la tapicería del techo del R8. Los cierro confuerza un segundo después y me abandono al orgasmo—. Oh, Ana —murmura encantado. Me rodea con losbrazos, se hunde en mí una vez más y se queda inmóvil mientras eyacula en lo más profundo de mi interior.Me acaricia la mandíbula con la nariz mientras me da suaves besos en la garganta, la mejilla y la sien. Yome tumbo sobre él y él apoya la cabeza contra mi cuello.—¿Ya ha aliviado toda la tensión, señora Grey? —Christian me muerde el lóbulo de la oreja otra vez y tira.Tengo el cuerpo muerto, totalmente exhausto, y solo puedo soltar un gemido. Siento que sonríe contra mi piel—. Yo, por mi parte, puedo decir que me he liberado de la mía —dice levantándome de su regazo—. ¿Te hasquedado sin palabras?—Sí —digo con un hilo de voz.—Eres una criatura lujuriosa… No tenía ni idea de que fueras tan exhibicionista.Me siento inmediatamente, alarmada. Él se pone tenso.—No nos está mirando nadie, ¿verdad? —Examino ansiosa el aparcamiento.—¿Crees que iba a dejar que alguien viera cómo se corre mi mujer? —Me acaricia la espalda con la manopara calmarme, pero el tono de su voz hace que me estremezca.Me vuelvo para mirarle y le sonrío con picardía.—¡Sexo en el coche! —exclamo.Me sonríe en respuesta y me coloca un mechón de pelo detrás de la oreja.—Vamos a casa. Yo conduzco.Abre la puerta para que pueda bajarme de su regazo y salir al aparcamiento. Cuando le miro veo que se

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