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tercer libro Cincuenta sombras liberadas

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está abrochando la bragueta. Sale fuera conmigo y espera sujetando la puerta hasta que vuelvo a entrar. Varápidamente al otro lado, al asiento del conductor, sube al coche conmigo, coge la BlackBerry y hace unallamada.—¿Dónde está Sawyer? —pregunta—. ¿Y el Dodge? ¿Cómo es que no está Sawyer contigo?Escucha con atención a Ryan, supongo.—¿Ella? —exclama—. Seguidla. —Christian cuelga y me mira.¡Ella! ¿Quién conducía el coche? ¿Quién puede ser? ¿Elena? ¿Leila?—¿El Dodge lo conducía una mujer?—Eso parece —me dice en voz baja. Su boca se ha convertido en una fina línea furiosa—. Voy a llevarte acasa —anuncia. Arranca el motor del R8 con un rugido y da marcha atrás para salir.—¿Dónde está la… Sudes? ¿Y qué significa eso, por cierto? Suena muy BDSM…Christian sonríe brevemente y sale del aparcamiento hacia Stewart Street.—Sudes significa «Sujeto desconocido». Ryan antes era agente del FBI.—¿Del FBI?—No preguntes —dice Christian negando con la cabeza. Es obvio que está inmerso en sus pensamientos.—Bueno, pues ¿dónde está la Sudes femenina?—En la interestatal 5, dirección sur. —Me mira con ojos preocupados.Vaya… De apasionado a tranquilo y después a ansioso en solo unos momentos. Extiendo la mano y leacaricio el muslo, pasando los dedos juguetonamente por la costura interior de sus vaqueros esperando queeso le mejore el humor. Aparta una mano del volante y detiene el lento ascenso de mi mano.—No —me dice—. Hemos llegado hasta aquí sanos y salvos. No querrás que tenga un accidente a tresmanzanas de casa… —Se lleva mi mano a los labios y me da un beso en el dedo índice para suavizar surespuesta. Tranquilo, sereno, autoritario… Mi <strong>Cincuenta</strong>. Por primera vez en bastante tiempo me hace sentirde nuevo como una niña caprichosa. Le suelto la mano y me quedo sentada en silencio un momento.—¿Una mujer?—Eso dicen. —Suspira, entra en el garaje subterráneo del Escala y pulsa los botones del código de accesoen la consola de seguridad. La puerta se abre, entra y aparca sin dificultad el R8 en su plaza asignada.—Me gusta mucho este coche —le digo.—A mí también. Y me gusta cómo lo conduces… Y también cómo has logrado no hacerle ningún daño.—Puedes regalarme uno para mi cumpleaños —le digo sonriendo.Christian se queda con la boca abierta y yo salgo del coche.—Uno blanco, creo —añado a la vez que me agacho y le sonrío.Él también sonríe.—Anastasia Grey, nunca dejas de sorprenderme.Cierro la puerta y voy hasta el extremo del coche para esperarle. Él baja y mira en mi dirección con esamirada… esa mirada que despierta algo que hay dentro de mí, muy en el fondo. Conozco bien esa mirada.Cuando ya está delante de mí, se inclina y me susurra:—A ti te gusta el coche. A mí me gusta el coche. Te he follado dentro… Tal vez debería follarte tambiénencima.

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