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tercer libro Cincuenta sombras liberadas

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Obedezco sin apartar mis ojos de los suyos y él deja caer mi camiseta al suelo.—Creía que solo íbamos a darnos un baño. —El pulso se me acelera.—Quiero ensuciarte bien primero. Yo también te he echado de menos. —Y se inclina para besarme.—¡Mierda! ¡El agua! —Intento sentarme, todavía aturdida después del orgasmo.Christian no me suelta.—¡Christian, la bañera! —le miro.Está acurrucado sobre mi pecho.Ríe.—Relájate. Hay desagües en el suelo. —Rueda sobre sí mismo y me da un beso rápido—. Voy a cerrar elgrifo.Baja de la cama y camina hasta el cuarto de baño. Mis ojos lo siguen ávidamente durante todo el camino.Mmm… Mi marido, desnudo y pronto muy mojado. Salgo de la cama de un salto.Nos sentamos cada uno en un extremo de la bañera, que está demasiado llena (tanto que cada vez que nosmovemos el agua se sale por un lado y cae al suelo). Esto es un placer. Y un placer mayor es tener a Christianlavándome los pies, masajeándome las plantas y tirando suavemente de mis dedos. Después me los besa unopor uno y me da un mordisco en el meñique.—¡Aaaah! —Lo he sentido… justo ahí, en mi entrepierna.—¿Así? —murmura.—Mmm… —digo incoherente.Empieza a masajearme de nuevo. Oh, qué bien. Cierro los ojos.—He visto a Gia en la ciudad —le digo.—¿Ah, sí? Creo que también tiene una casa aquí —me contesta sin darle importancia. No le interesa lomás mínimo.—Estaba con Elliot.Christian deja el masaje; eso sí le ha llamado la atención. Cuando abro los ojos tiene la cabeza ladeada,como si no comprendiera.—¿Qué quieres decir con que estaba con Elliot? —me pregunta más perplejo que preocupado.Le cuento lo que vi.—Ana, solo son amigos. Creo que Elliot está bastante pillado con Kate. —Hace una pausa y despuésañade en voz más baja—. De hecho sé que está muy pillado con Kate —dice aunque pone una expresión de«no puedo entender por qué».—Kate es guapísima —le respondo defendiendo a mi amiga.Él ríe.—Me sigo alegrando de que fueras tú la que se cayó al entrar en mi despacho. —Me da un beso en elpulgar, me suelta el pie izquierdo y me coge el derecho para empezar el proceso de masaje otra vez. Susdedos son tan fuertes y flexibles… Me vuelvo a relajar. No quiero discutir sobre Kate. Cierro los ojos y dejoque sus dedos vayan haciendo su magia en mis pies.

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