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La bruja negra

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Yo solo he visto dos dragones en mi vida. Y a los dos los vi en Halfix, volando

por el cielo. Eran dragones negros de Gardneria, de los que se emplean como medio

de transporte, pero que también son armas poderosas. Pero sé que existen otras clases

de dragones; se rumorea que habitan en la zona oriental del reino. Los que escupen

fuego y son capaces de transformarse en humanos. Y sierpes cambiaformas que

escupen luz y pueden controlar el clima.

Nuestro carruaje topa con un bache que me aleja de mis pensamientos. Pasamos

un rato arrancando y parando, pero el tráfico mejora enseguida y volvemos a avanzar

con normalidad.

Algunas horas después, la lluvia aminora y jadeo al ver las tropas de las cumbres

norte y sur de la Cordillera, como si fueran dos enormes muros que bloquearan la

entrada al país de Verpacia. Jamás había visto nada tan alto como estos dos preciosos

picos cubiertos de nieve: me siento intimidada.

Me quedo pegada a la ventana durante el resto del viaje. Hay mucho que ver, y la

excitación de lo desconocido me tiene muy emocionada.

Pasamos junto a un mercado de caballos lleno de extranjeros y el carruaje

aminora el ritmo debido al tráfico. Lo observo todo con fascinación.

Los elfos exhiben sus yeguas de color marfil. Llevan la capucha bajada y puedo

ver sus elegantes orejas puntiagudas y sus melenas blancas decoradas con trenzas.

Junto a los elfos hay un grupo de mujeres musculosas ataviadas con pantalones

negros, y botas y túnicas rojas que brillan salpicadas de relucientes runas carmesíes.

Los símbolos resplandecientes me recuerdan a las runas azules que lucen las

hechiceras vu trin, aunque estas mujeres conforman un grupo mucho más

heterogéneo. Algunas son pálidas y tienen el pelo rubio, y otras tienen la piel de

distintos tonos de marrón y un arcoíris de tonos propios de los uriscos.

Van tan armadas como las hechiceras vu trin y muchas llevan marcas en la cara

parecidas a las runas que lucen en la ropa, además de piercings. Veo a una mujer

pelirroja que lleva un aro brillante en la punta de la nariz, tiene las orejas muy

puntiagudas y decoradas con aros metálicos oscuros.

—Son amazakaran —me informa Lukas—. Amazonas de las montañas de

Caledonia.

Me las quedo mirando con curiosidad.

—¿Son tan peligrosas como las vu trin?

Lukas se ríe.

—Más o menos.

—Parece que no sean de una sola raza. Pero van vestidas de formas muy

parecidas.

—Las amaz permiten que se unan a ellas mujeres de todas las razas. —Me sonríe

y las señala—. Ellas te acogerían, Elloren. Y te enseñarían a manejar un hacha como

esa.

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