23.12.2020 Views

La bruja negra

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

Cuando nos acercamos a la plaza giramos a la derecha y casi se me escapa un

jadeo cuando aparece ante mis ojos la catedral de Valgard, que es más impresionante

de lo que recordaba.

Las enormes columnas se alzan a gran altura y acaban uniéndose hasta formar una

estrecha aguja que sostiene una esfera de Erthia en la punta. Toda la estructura está

construida con madera de guayaco del color de la tierra húmeda. La entrada está

formada por un arco gigantesco flanqueado por dos arcos más pequeños, y en las

enormes puertas delanteras hay grabados de El Libro de la Antigüedad.

El carruaje se detiene justo delante de la catedral y casi tropiezo en los escalones

al bajar porque tengo los ojos pegados a la inmensa y vertiginosa estructura. Inclino

la cabeza hacia arriba para verla entera, la esfera plateada destaca sobre el telón del

cielo oscuro.

Mi tía me apremia para que entremos en la catedral y me lleva hasta uno de los

muchos bancos de grabados intrincados.

—Siéntate aquí —me ordena con aspereza.

La obedezco mientras sus tacones resuenan por el pasillo que conduce hasta la

tarima y el altar. Hay dos sacerdotes ataviados con sotanas oscuras que flotan a su

alrededor y lucen el pájaro blanco, símbolo del Gran Ancestro, bordado en el pecho.

Sobre el altar cuelga otra esfera de Erthia.

Mi tía se acerca a los sacerdotes y se pone a conversar con ellos. Se turnan para

fulminarme con la mirada a escondidas y a mí se me hace un nudo en el estómago. Y

después desaparecen por una puerta lateral y me dejan sola en aquel lugar enorme.

Me siento abandonada y apoyo las palmas de las manos en la madera del asiento.

Pero la madera de la catedral enseguida empieza a relajarme. Hay muchas

columnas, algunas rectas, otras diagonales y curvas, que se elevan hasta un techo

irregular cubierto de arcos entrecruzados. Es como estar debajo de las raíces de un

gigantesco árbol sobrenatural.

Cierro los ojos, deslizo las manos por la madera y respiro su perfume ambarino.

Cuando me siento más tranquila abro los ojos y veo que tengo un ejemplar de El

Libro de la Antigüedad al lado.

Cojo el tomo encuadernado en piel negra y deslizo el dedo por las letras doradas

del título. Conozco muy bien este libro, al contrario que mi tío, que parece desaprobar

la religión en general. Pero yo siempre tengo el ejemplar de mi abuela debajo de la

almohada, el libro sagrado dorado que me dio la tía Vyvian cuando yo solo era una

niña. A veces, por la noche, cuando me siento triste, cuando el vacío que siento por la

muerte de mis padres parece demasiado doloroso, me ayuda mucho leer las plegarias

que hay en ese libro para momentos duros.

Justo cuando suena el primer trueno a lo lejos abro la primera página y leo:

Página 93

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!