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La bruja negra

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pues no tiene el habitual color rosa blanquecino, sino lavanda. Está justo en la puerta

con un montón de sábanas limpias pegadas al pecho.

—Disculpe, Maga —dice agachando la cabeza como si yo fuera a arrancársela.

—No pasa nada —tartamudeo con el corazón acelerado—. No hay problema.

Es una chica frágil, de naturaleza dulce y asustadiza, y diría que no tiene más de

catorce años. Advierto que sus ojos de color amatista están un poco rojos por las

esquinas.

Miro el retrato de Lukas, que ahora está partido por la mitad.

«Oh, Gran Ancestro. Esto no puede estar roto cuando vuelva Fallon».

Recojo el retrato roto de Lukas, le sonrío a Olilly como si no pasara nada y me

meto los pedazos en el bolsillo de la capa.

Entonces nos llega el familiar chirrido de una puerta al abrirse, un murmullo y

después una voz conocida que se levanta por encima de las demás.

—¡Santísimo Gran Ancestro! ¡Es un animal asqueroso!

Se me hace un nudo en el estómago.

Fallon.

Reculo y me escondo detrás de la puerta con las piernas temblorosas, me he

quedado sin aire en los pulmones.

«¿Qué me hará cuando me encuentre aquí?».

Tengo la sensación de que se me va a salir el corazón del pecho. Miro por el

quicio de la puerta y veo a Echo, a Paige y a Fallon plantadas en medio de la

habitación contigua y siento otro espasmo de terror. Tierney se ha quedado de piedra

junto a su mesa y las está mirando con evidente pánico.

Olilly me mira con miedo comprendiendo enseguida que yo no debería estar allí.

—¡No puedo seguir viviendo así! —aúlla Echo agitando la mano ultrajada en

dirección a la desnudez de Diana—. Es asquerosa. ¡Miradla! No pueden obligarnos…

¡somos gardnerianas! ¡No asquerosas fulanas salvajes!

Fallon la tapa de cualquier manera con una colcha. Diana resopla unas cuantas

veces, se da media vuelta y sigue roncando.

—Ya está —le dice Fallon a Echo—. ¿Mejor?

—No, Fallon. No —prosigue Echo—. Lo único que mejoraría las cosas es que se

marchara de aquí.

Fallon se ríe y deja la capa en el respaldo de una silla.

—Ronca como un cerdo.

A Fallon se le borra la sonrisa cuando advierte la expresión congelada de Tierney.

—¿Qué estás mirando? —pregunta—. Gran Ancestro, eres como un trol.

Yo me encojo detrás de la puerta.

Fallon mira a su alrededor, como si percibiera que ocurre algo, y acaba

concentrándose en Olilly. Endurece el rostro.

—¿Qué estás haciendo aquí?

Olilly abre la boca con los ojos como platos, pero no emite ningún sonido.

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