23.12.2020 Views

La bruja negra

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

«Por eso el hermano de Wynter se enfadó tanto cuando Rafe la tocó». Asiente con

cara de espantada sorpresa.

«¿Por qué me tiene tanto miedo? ¿Qué ha visto?».

La bruma horrorizada de Wynter se esfuma cuando le llega el sonido de la voz de

Ariel gritando.

—Tienes que marcharte —me suplica levantándose.

Me recompongo y me marcho corriendo.

Me tambaleo a ciegas por la escalera con el corazón desbocado. Me apoyo en la

pared con las piernas temblorosas y la vista nublada. Me dejo resbalar por la piedra

fría hasta el suelo, mareada. Noto cómo se me empieza a hinchar el ojo donde Ariel

me ha golpeado varias veces. Me llevo la mano a la cara para tocarme la herida.

Cuando bajo la mano veo que la tengo llena de sangre.

Es mi oportunidad. La que le pedí a Lukas.

Si me presento ahora mismo en el despacho del rector, expulsarán a Ariel de la

universidad, la volverán a ingresar en el manicomio de Valgard y le arrancarán las

alas. La gente me dará las gracias por haberme deshecho de ella, y la Torre Norte se

convertirá en un lugar mucho más seguro donde vivir.

Oigo un suave aleteo y me alejo de mis pensamientos.

Un vigilante.

En el alféizar de la ventana abovedada.

Mirar los ojos serenos y tristes de un vigilante es como caer en una piscina de

agua cristalina. Me asaltan los recuerdos, visiones de cosas que he intentado ignorar.

Ariel cantándole a la gallina por la noche, acariciándola con cariño. La forma en

que todo el mundo se ríe y ridiculiza a Ariel allí donde vaya. Todo el mundo le gira la

cara, se niegan a mirarla.

En el último mes, al contrario que yo e incluso que Wynter, Ariel no ha recibido

ninguna carta ni la ha visitado nadie de su familia, jamás ha escuchado una palabra

amable de nadie, salvo de Wynter y del Profesor Kristian.

«Es una maligna —insiste una voz en mi interior—. No hay bondad en ella».

Pero la forma que tenía de preocuparse por ese animal, la gallina que ahora está

muerta y clavada a la puerta, era muy tierna.

La pregunta brota por sí misma a la superficie, incluso a pesar de lo mucho que

intento reprimirla.

«¿Tan mala es?».

Me doy cuenta de que no sé la respuesta y mientras contemplo los tristes y

conmovedores ojos del vigilante de pronto me parece de vital importancia descubrir

la respuesta antes de decidir el destino de Ariel.

—¿Cómo has podido torturar a un animal de esa forma?

Página 230

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!