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La bruja negra

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—Pues sí —dice observándome—. Pero tú también. Quizás incluso más. Puedo

sentirlo. —Me acaricia la nuca con suavidad—. Pero no lo sabes, ¿verdad? —Se le

oscurecen los ojos—. Todavía.

Me quedo sin aliento cuando pasa el dedo por encima del cuello de mi vestido. Es

increíblemente excitante y muy alarmante, todo al mismo tiempo.

Niego con la cabeza.

—Solo me parezco a mi abuela. Yo no tengo poderes.

—¿Ah, sí? —dice Lukas ladeando la cabeza con aire reflexivo y la mano apoyada

de forma despreocupada en mi cadera—. ¿Has cogido alguna varita, Elloren?

—No que yo recuerde.

Su rostro se oscurece y se le curvan las comisuras de los labios.

—Bueno —dice encantado con su nuevo descubrimiento—, pues tendremos que

ocuparnos también de eso. —Me rodea la cintura con el brazo y se acerca a mí—.

Deberías hacerte un examen de varita. Y deberías dejar que te lo hiciera yo.

—¡Lukas! —Una voz masculina grita al otro lado del pasillo.

Me pongo tensa y me sonrojo. Sin embargo, Lukas parece completamente

impertérrito.

Es Sylus Bane.

«Por Dios, otro Bane no. Ahora no».

Sylus se sorprende mucho cuando se da cuenta de quién soy, después entorna los

ojos y esboza una sonrisa maliciosa.

—Vaya, vaya, ¡pero si es Maga Elloren Gardner! Qué rápido eres, Lukas. Como

siempre, tienes mi absoluta admiración. —Suelta una carcajada—. Espera a que

Fallon se entere de esto…

Me sube un terrible escalofrío por la espalda. «Fallon me va a matar».

—¿Hay algún motivo por el que hayas venido a interrumpirnos? —pregunta

Lukas muy tranquilo.

Destila un tono gélido y a Sylus Bane se le borra la sonrisa.

—Bueno —se explica—, vamos a salir. He supuesto que vendrías con nosotros. A

menos, claro está, que estés muy ocupado aquí.

Lukas suspira y me mira con actitud reticente. Se vuelve hacia Sylus.

—Nos vemos fuera en un momento.

Sylus esboza una sonrisa malvada, como si hubiera ganado algún concurso

secreto, y después se marcha. Yo me relajo un poco.

Lukas se apoya en la pared rodeándome con delicadeza por la cintura.

Le miro con atención.

—¿Estás liado con Fallon Bane?

Ladea la cabeza y tuerce el gesto.

—La cortejé. Brevemente. Hace tiempo.

—Ah.

Asiento, ahora lo entiendo todo.

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