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La bruja negra

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—Quizá puedas evitar que te machaque, gardneriana —me advierte—, pero no

puedes evitar que te odie.

—¡El sentimiento es mutuo! —digo.

Quito las sábanas de Ariel de la cama asqueada ante la idea de dormir encima de

algo que haya tocado la piel de un ícaro, y se las lanzo con rabia. Después voy a

buscar mis cosas al armario de la entrada y las dejo junto a mi nueva cama. Cojo mi

pluma y un trozo de pergamino enrollado, me siento a mi escritorio y coloco las cosas

de escribir en la mesa.

No me siento poderosa, a pesar de lo que pueda decir Lukas. Me siento pequeña,

asustada e intimidada. Y noto las miradas de esos demonios.

Empiezo a escribir con los ojos llenos de lágrimas.

Querida tía Vyvian:

Por favor, deja que me traslade a otro piso. Ya sé que intentas

hacer lo que consideras mejor para mí, y agradezco tus buenas

intenciones, pero las ícaras me asustan y son peligrosas, más de lo que

creo que puedas haber imaginado.

Acepto que Lukas Grey me corteje con el propósito de

comprometerme con él. Jamás me he cerrado a esa posibilidad. Ya sé

que eso no es exactamente lo que quieres, pero por favor, tía Vyvian.

Por favor no me dejes aquí con estas criaturas horribles. Te lo suplico.

Tu leal sobrina,

Elloren

Seco la tinta, doblo el pergamino y lo sello con un poco de cera, después apago el

candil.

Esa noche, después de llorar hasta quedarme dormida, sueño que estoy lejos de la

Torre Norte. En mi sueño soy fuerte y feroz, y todo el mundo me tiene miedo.

Me llamo Maga Carnissa Gardner.

Estoy cerrando una enorme jaula metálica en un calabozo oscuro, y llevo una

pesada argolla de llaves negras en la mano. La única claridad procede de una tenue

piedra de luz élfica que cuelga de la pared y proyecta un brillo verde pantanoso sobre

la escena.

En la jaula hay ícaros: Ariel, Wynter y los ícaros de Valgard. Iris, de la cocina,

también está dentro, y Bleddyn Arterra.

Oigo un fuerte crujido cuando los ganchos metálicos de la jaula encajan. Estoy a

punto de darme la vuelta aliviada de saber que están todos encerrados, cuando

percibo el llanto de una niña. Miro hacia el fondo de la jaula. La pequeña Fern y la

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