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La bruja negra

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Esa noche me descubro dormida en la cocina, con la cara enterrada en una tarta de

arándanos que debía estar montando. Cuando abro los ojos me doy cuenta de que

tengo la mejilla, la sien y el pelo llenos de mermelada. No tengo ni idea de cuánto

tiempo llevo así. Ya hace tiempo que se han marchado todos, salvo Iris Morgaine.

Yvan entra en la cocina con un montón de leña debajo del brazo para que al día

siguiente puedan encender el fuego. Me quedo helada, no quiero que se dé cuenta de

que estoy aquí.

Iris se acerca a Yvan cuando él deja la leña en su sitio.

—Toma, prueba esto —le propone flirteando juguetona, y le ofrece una pastita.

—Tengo las manos sucias —contesta él sonriendo un poco.

—Solo tienes que abrir la boca —le provoca ella con tono sugerente. Se pega a él

y le acerca la pastita a los labios.

Él obedece un tanto incómodo y ella le mete la pastita en la boca paseándole el

pulgar por el labio para limpiarle una mancha de baya.

Cuando no me está mirando mal es muy atractivo. Sus labios carnosos contrastan

con las líneas ásperas de su rostro y sus ojos parecen un rayo de sol atravesando un

cristal verde. Por un momento me siento abrumada por su belleza.

Me recuerdo que es un celta, probablemente no sea muy distinto del chico que

sedujo a Sage para que rompiera su compromiso. Y también está la verdad innegable

de que no me soporta.

—¿Qué te parece? —pregunta Iris, que sigue pegada a él.

—Está buena —murmura masticando y mirándola fijamente.

—¿Quieres más?

Por su tono es evidente que no le está ofreciendo solo pastitas.

Yvan traga saliva como fascinado.

—Vaya, te he manchado un poco la barbilla —ronronea ella.

Yvan recula un poco.

—No pasa nada.

Iris no se inmuta y alarga la mano para limpiarle las miguitas de la barbilla, y

después se acerca a él y le roza el cuello con la nariz con actitud juguetona.

Él se queda de piedra algo incómodo y parece que esté luchando contra un

montón de poderosas emociones.

—Iris…

Cuando los veo así siento una punzada de celos.

Aquí estoy, con una tarta de arándanos pegada a la cabeza y la lengua azul a causa

de la tintura de boswillin que estoy tomando para tratar el dolor de pecho que me ha

provocado dormir en esa torre helada. Últimamente voy por ahí con un aspecto

horrible, ni siquiera la ropa elegante que me compró la tía Vyvian consigue esconder

el lamentable estado en que me encuentro. Y ver a Iris Morgaine, la chica que me

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