23.12.2020 Views

La bruja negra

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

Al poco, aparece una casita destartalada entre los árboles. Está muy descuidada,

hay herramientas por todas partes, un jardín lleno de malas hierbas y animales con

aspecto poco saludable hacinados en apriscos.

—¿Quién vive aquí? —le pregunto a la espalda de Yvan. Está bastante alejado de

mí, sigue manteniendo esa distancia arisca que ha mantenido desde que salimos del

campamento.

—El conserje de la universidad —me contesta con sequedad justo cuando veo un

destello blanco entre los árboles.

«Un vigilante».

Sigo su vuelo curvo entre los árboles con la vista. Se posa sobre una rama justo

delante del claro en el que está la casita y se vuelve para mirarme. Y entonces

desaparece.

Se me eriza el vello de la nuca.

Aquí hay algo. Quiere que vea algo dentro de esta casita.

No sé por qué acudieron a mí los vigilantes con la varita de Sage. Ni siquiera

entiendo por qué están tan interesados en mí. Pero he empezado a darme cuenta de

que cada vez que aparecen, es porque quieren enseñarme alguna cosa importante.

Me dirijo al claro.

—Elloren —dice Yvan—, ¿adónde vas?

—Solo será un momento.

Cuando me acerco a la casita puedo oír el graznido de los gansos a lo lejos.

Me sobresalta un estruendo y me detengo asustada. Después me llega una voz

masculina enfadada.

Más gritos. Otro estruendo.

Y entonces oigo un grito extraño, un sonido que me resulta exótico y

descorazonadoramente familiar.

«No puede ser».

La puerta de la casita se abre de golpe y de dentro sale una joven con miedo en

los ojos, está completamente aterrorizada. Se la ve descentrada y muy asustada,

tropieza con una piedra y cae de bruces al suelo.

Me quedo sin aliento. Es la selkie de Valgard. La selkie de la que estábamos

hablando.

Entonces de la casita sale un hombre fornido, con barba, la ropa manchada y muy

sucio, sigue a la selkie de cerca. La alcanza enseguida con la cara roja de rabia. Antes

de que ella pueda levantarse, le da una fuerte patada en el costado con su pesada bota

negra.

Estoy hecha una furia. Empiezo a caminar hacia ellos apretando los puños, pero

entonces me paro a pensar. No puedo enfrentarme al corpulento conserje. Me

escondo detrás de un árbol con el corazón acelerado.

La selkie da un grito de esos que hielan la sangre y se hace un ovillo para

protegerse agarrándose el costado donde la ha golpeado.

Página 343

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!