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La bruja negra

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Algo irreparable se ha roto entre nosotros. Se ha pasado. No creo que pueda

perdonarle.

Lukas parece leerme la mente, me mira con indignación y se marcha.

Esa noche estoy en el cobertizo de la cocina y trasteo a oscuras tratando de encontrar

el cierre de una de las jaulas con un saco de arpillera en la mano. Incluso después de

los cuidados del médico sigo teniendo el ojo un poco hinchado y me palpita la

cabeza.

—¿Qué estás haciendo?

Me sobresalto al oír la dura voz de Yvan. Solo distingo la silueta de su figura alta

y desgarbada, lleva un cubo de sobras en cada mano.

—Estoy robando una gallina —contesto con el corazón acelerado—. Para Ariel.

—La ícara —responde incrédulo.

—Puede comunicarse con ellas mentalmente.

Su silueta negra se queda allí un minuto y empiezo a distinguir sus intensos ojos

verdes.

—¿Me vas a denunciar por ladrona o vas a dejarme en paz? —le pregunto

desafiante—. Porque me encantaría que eligieras una de las dos opciones.

Frunce el ceño como si estuviera muy preocupado y abre la boca como si fuera a

decir algo, pero después vuelve a cerrarla y aprieta los labios.

Pierdo el valor.

—Cometí un error —confieso, y se me quiebra la voz. Ya no estoy enfadada,

ahora solo estoy avergonzada y he bajado la guardia—. Me equivoqué. No

pretendía…

Dejo de hablar porque temo ponerme a llorar. Aparto la mirada.

Cuando vuelvo a mirarle me doy cuenta de que tiene los ojos abiertos como

platos, y también ha bajado la guardia, y siento una cálida oleada de sorpresa al

percibir lo intensa que es esta breve sensación de inexplicable camaradería.

Yvan se pone tenso y niega con la cabeza como para que me mantenga alejada.

Pero se me queda mirando un rato más con una ardiente mirada contradictoria,

después se da media vuelta de golpe y se marcha.

Cuando vuelvo a la Torre Norte, Wynter está sentada en la cama de Ariel y le

murmura con suavidad mientras le acaricia la cabeza. Ariel está tendida de espaldas a

mí.

La gallina muerta ya no está, pero las manchas de sangre de la puerta siguen ahí,

son recordatorios oscuros de lo que ha pasado.

Saco la gallina del saco. El animal se acerca inmediatamente a Wynter y Ariel y

sube a la cama para acurrucarse contra ella.

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