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La bruja negra

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Me vengo abajo. Es una sensación completamente nueva. Siento desesperación.

Ahora que el tío Edwin está enfermo necesito terminar mis estudios. Y necesito

caerle bien a la Primera Aprendiz.

—Sí, Maga… —Rebusco en mis papeles tratando de encontrar su nombre—.

Maga…

—Bane —dice con un énfasis desagradable—. Gesine Bane.

La sensación de desesperación me hunde todavía más y me roba la voz cuando

veo la varita que le cuelga de la cintura.

—Está usted emparentada con…

—Soy la prima de Fallon. —Esboza una rápida sonrisa quebradiza—. Estamos

bastante unidas.

Cuando se abre la puerta y entra nuestra profesora todas las cabezas se vuelven

hacia ella, se apagan los susurros. Gesine enseguida adopta una actitud de atención y

deferencia.

Nuestra profesora, Eluthra Lorel, suelta la pulcra pila de libros de botánica en la

mesa, que aterrizan haciendo un ruido sordo, y coge los papeles que le tiende Gesine.

Viste un conjunto tradicional debajo de la toga de profesora, luce una esfera de Erthia

prendida de una cadena plateada y el colgante de oro que la distingue como directora

del Gremio de Farmacéuticos, y sobre el puente de su nariz finamente esculpida luce

unas gafas plateadas.

—Maga Gardner —dice leyendo los papeles. Se detiene un momento y asiente

lanzándome una rápida mirada—. Es un placer tenerla con nosotros. —No lo dice con

gusto. Solo fría formalidad. Se vuelve hacia Gesine y le lanza una mirada de reproche

—. ¿Por qué Maga Gardner no está trabajando en el elixir Pertussis?

—He llegado tarde, Maga Lorel —intervengo lanzándome a explicarle lo que ha

pasado además de añadir que he tenido que quedarme en la clase anterior para

convencer a mi profesora de Química de que emparejara a la traumatizada Aislinn

Greer con un gardneriano en lugar de con un lupino.

La profesora Lorel aprieta los dientes.

—No tolero la impuntualidad, Maga Gardner —espeta, después niega con la

cabeza como si lo estuviera reconsiderando—. Pero estaba usted ayudando a una

compañera gardneriana a evitar una situación potencialmente peligrosa. Y eso es

encomiable. Así que pasaré por alto su retraso. Por esta vez.

—Gracias, profesora Lorel.

Vuelve a mirar los papeles.

—Se leerá usted los tres primeros capítulos del libro de Farmacia esta noche,

Maga Gardner, y deberá estar preparada para exponer mañana.

Se me hace un nudo en el estómago.

—¿Exponer?

El mundo se congela. La profesora Lorel levanta la cabeza muy despacio y me

lanza una mirada pétrea. Cuando habla lo hace con un tono delicado y relajado.

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