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La bruja negra

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Dentro hay un único dragón, pero podría ser una criatura completamente

diferente, de lo poco que se parece a los demás.

Es negro, pero no es un negro alquitranado apagado. Sus escamas brillan como el

ópalo. Y no tiene las alas rancias y destrozadas, sino firmes e impecables, se le ven

las plumas tersas y brillantes como de obsidiana pulida. El dragón se mueve de un

lado a otro en el fondo de su jaula con movimientos fuertes y fluidos mientras nos

acercamos a los barrotes.

La criatura se para, gira muy despacio su musculosa cabeza y me clava sus ojos

de color verde esmeralda.

Yo me quedo mirando al dragón completamente paralizada.

De pronto la criatura se abalanza hacia mí a una velocidad increíble. Yvan me

echa hacia atrás y se coloca delante de mí.

Me caigo de espaldas y el dragón impacta contra los barrotes de la jaula y mete

las zarpas entre los huecos en dirección a Yvan. El dragón e Yvan se quedan mirando

un buen rato, y ninguno de los dos se mueve ni un ápice, como si se estuvieran

enfrentando.

—¡El… el dragón ha intentado matarme! —tartamudeo intentando coger aire.

—La dragona —me corrige Yvan.

«No puedo creer que se ponga a hacerme correcciones de género ahora».

—Bueno, pues la dragona —corrijo sin aliento—. ¡Parece que quiere matarme!

—No te hará daño —dice Yvan mirando fijamente al dragón como si estuviera

convenciéndolo de la verdad de sus palabras en lugar de intentar tranquilizarme.

El dragón resopla con desdén, se retira y se da media vuelta con agilidad para

marcharse hacia la otra punta de la jaula. Mira a Yvan con tristeza, se sienta y nos da

la espalda. Me doy cuenta de que tiene el cuerpo lleno de marcas de latigazos

salpicadas de sangre.

—Parece que entiende lo que decimos.

Trago saliva tratando de recomponerme.

Yvan hace una mueca con los labios.

—Los dragones son muy… observadores.

—¿Así que aquí es donde vienes cuando sales de paseo?

Yvan se me queda mirando un momento y asiente.

Respiro hondo y mi corazón empieza a adoptar un ritmo más normal.

—Le han pegado —comento frunciendo el ceño mientras observo las marcas en

zigzag.

Yvan se pone tenso y mira al dragón.

—Están intentando domarla.

Adopta una expresión angustiada.

—¿Y seguirán azotándola? —pregunto.

Traga saliva, vuelve a mirar al dragón con preocupación.

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