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La bruja negra

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estés comprometida con Lukas Grey.

Por favor, infórmame cuando se haya celebrado el feliz

acontecimiento.

Con cariño,

Vyvian

Resignada a ese instrumento de calidad inferior, pero animada por el afecto fraternal

que representa, cojo el tosco violín.

Después de lo que ha pasado la selkie, dudo mucho que un poco de música

desafinada la haga sentir mejor. Pero vale la pena intentarlo.

Me siento en el suelo, empiezo a tocar y la música envuelve la habitación. Ariel

nos observa recelosa desde la cama. Wynter se baja del alféizar de la ventana y se

sienta en mi escritorio.

—Sigue tocando —me pide Diana—. Cada vez tiene menos miedo.

Una hora después empiezan a dolerme los dedos y el cuello, pero la selkie sigue

metida debajo de la cama.

—No está funcionando —digo volviéndome hacia Diana.

De pronto Wynter extiende las alas, se baja de mi mesa y se posa en el suelo con

suavidad. Se agacha y cierra los ojos como si estuviera meditando. Entonces levanta

la cabeza y empieza a cantar. Canta en élfico, y las palabras son tan suaves y

elegantes como un riachuelo de agua que recorriera la habitación.

—Elloren —jadea Diana.

El brazo blanco azulado de la selkie asoma por debajo de la cama y se extiende

hacia Wynter. Wynter sigue cantando mientras coge la mano de la selkie y la ayuda a

salir, después la chica se hace un ovillo y se acurruca entre las alas de Wynter.

Wynter le acaricia el pelo mientras entona su triste canción, ahora se desliza un

reguero de orina por el suelo.

—Deberíamos lavarla —comenta Diana arrugando la nariz—. Ariel, ve a preparar

un baño caliente.

—¿Tengo pinta de sirvienta? —espeta Ariel.

—No —contesta Diana—, pero nos vendrían bien tus habilidades. ¿No te gusta

hacer fuego?

Incapaz de resistirse a la posibilidad de jugar con fuego, Ariel se marcha hacia el

baño murmurando por lo bajo.

Wynter y yo conseguimos meter a la exhausta selkie en el baño mientras Diana baja a

por un cubo y una fregona. Wynter la acurruca y le canta mientras yo la ayudo a

quitarse la ropa con delicadeza. La chica foca no se resiste. Solo me mira con sus

enormes y tristes ojos, lacia como una muñeca de trapo. Cuando le quito la túnica se

me escapa un jadeo y me llevo la mano a la boca. Wynter deja de cantar.

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