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La bruja negra

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—No —dice entre risas—, eres la chica que ha estado viviendo debajo de una

roca en algún pueblo del norte. Pero me parece que tu verdadera fama reside en que

nunca te han besado.

Me ruborizo y me llevo la mano a la cabeza para masajearme la frente dolorida.

—No debería haberle contado eso.

—No te preocupes —contesta intentando consolarme—. A mí sí que me han

besado, y está sobrevalorado.

Dejo de masajearme la frente.

—¿De verdad?

—De verdad. Dos personas, frotándose las bocas, tragándose las babas del otro,

probablemente con trozos de comida mezclada. Si lo piensas bien no es muy

agradable.

Suelto una carcajada.

—Eres una romántica empedernida, ¿eh?

—No soy nada romántica —afirma con cierto orgullo—. El romance solo nos

complica la vida, nos proporciona unas expectativas poco realistas.

Su postura es muy pulcra, el vestido discreto que lleva está perfectamente

planchado y lleva la larguísima melena negra bien peinada y retirada de la cara con

dos pasadores plateados.

—Quizá todavía no hayas conocido al joven adecuado —comento.

—No, ya le he conocido —afirma decidida—. Nos comprometeremos a finales de

año. Está allí. —Hace un gesto con la barbilla para señalar la entrada del gran salón

—. Es el que está justo a la derecha de la puerta.

Se parece a todos los jóvenes que hay por aquí: mentón recto, pelo negro, ojos

verdes.

Me vuelvo hacia ella.

—Así que ya le has besado.

—Sí, es lo que se espera. —Suspira resignada—. Esperan tanto por… otras cosas,

nuestros hombres. Imagino que se supone que debemos lanzarles un hueso de vez en

cuando.

—Pero a ti no te gusta hacerlo.

—No es tan terrible, no me malinterpretes. O sea, es tolerable.

Su falta de entusiasmo me hace reír.

—¡Tal como lo dices parece que sea una tarea del hogar!

—Bueno, de cierto modo lo es.

Me está sonriendo muy animada.

—Si piensas eso, ¿por qué vas a comprometerte con él? ¿A casarte con él?

Se encoge de hombros.

—Bueno, Randall está bien. Supongo que será una buena pareja. Le eligieron mis

padres, y yo confío en ellos.

—¿Estás diciendo que no pudiste opinar?

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