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La bruja negra

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Los dos guardamos silencio un rato.

—Podría irme a las tierras Noi —dice al fin—. Allí aceptan a los que son como

yo. —Entonces esboza media sonrisa cínica—. Pero soy el nieto de la Bruja Negra.

¿Quién me iba a aceptar?

Indignada por la situación mi hermano pateo el suelo muerta de miedo.

—No lo sé, Trystan. A lo mejor te equivocas.

Me mira sorprendido.

—El nieto del mayor enemigo que han tenido en la vida —digo pensando en voz

alta—. Un mago de nivel cinco. Entrenado en armas mágicas gardnerianas. Y con un

problema con la cultura gardneriana. —Esbozo una sonrisa desafiante—. Quizá la

mejor forma de venganza contra los gardnerianos sería llevarte con la Guardia Vu

Trin.

Trystan me mira parpadeando.

—Has cambiado.

Suspiro con fuerza.

—Pues sí.

Suelta una carcajada y el afecto le ilumina los ojos.

—Me alegro. —Se limpia las lágrimas y se endereza dedicándome una sonrisita

—. Ya sabes que hay muy pocas probabilidades de que nada de esto salga bien.

Se me escapa un sonido burlón.

—Bueno, ¿quién necesita la suerte? ¿Qué tendría eso de divertido?

Trystan suelta otra risita y después respira hondo mirándome muy serio.

—Vete —le digo gesticulando hacia la puerta—. Ve a dormir un poco. Algún día,

cuando seas un soldado vu trin rico y con mucho éxito, podrás volver a buscarnos al

tío Edwin y a mí y llevarnos a las tierras Noi a lomos de alguno de tus dragones.

—¿Y viviremos felices y comeremos perdices? —pregunta Trystan con un brillo

astuto en los ojos.

—Sí —le aseguro con firmeza—. Exactamente.

Mi hermano se marcha lanzándome una mirada de aprecio antes de desaparecer, y

mi falso arranque de valor se marcha con él. El descansillo de la Torre Norte se queda

en silencio y las paredes que lo rodean son muy sólidas, pero todo el mundo ha

empezado a desmoronarse bajo mis pies.

La idea de perder a mis hermanos me está rompiendo el corazón.

Cuando por fin abro la puerta de mi habitación, todo está del revés.

No arde ningún fuego en la chimenea, y un frío gélido ha empezado a colarse por

las paredes de piedra. Y el ambiente es opresivo y se palpa el pánico.

Ariel está desmayada en su cama, sus gallinas corretean sin rumbo por todas

partes y el cuervo está acurrucado a su lado. Hay un cuenco de bayas nilantyr volcado

junto a su cuerpo y tiene los labios manchados de negro. Marina la selkie está

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