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La bruja negra

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No me contesta, solo se abre la capa para enseñarme el fardo que

esconde debajo. Algo se mueve bajo las mantas y ella me lo tiende.

Me acerco con cautela, el fardo se mueve, como si fuera una cría

de lagarto a punto de romper la suave cáscara de su huevo,

esforzándose por nacer. Siento mucho asco.

Su bebé. El Ícaro.

Siento una curiosidad macabra. Tras vacilar un momento, alargo

el brazo y aparto la manta.

El miedo me paraliza cuando veo el monstruo que Sage ha dado a

luz, tiene la misma cabeza que el ícaro de Valgard, y los ojos blancos

y desalmados. La criatura despliega unas espeluznantes alas negras,

hace una mueca con la boca y se lanza…

—¡No! ¡No! —grito mientras una voz de mujer se abre paso por la imagen que tengo

delante.

—¡Despierta, niña!

El sueño se disipa como el rocío del amanecer y en su lugar veo la cara de una

anciana urisca que está arrodillada delante de mí, tiene el rostro azul tan arrugado que

parece una pasa y lleva el pelo gris sujeto con un pañuelo marrón.

Me aparto de las marchitas y huesudas manos que me agarran de los hombros. La

mujer me suelta y recula con una expresión de recelosa preocupación. Niego con la

cabeza con fuerza intentando deshacerme de la confusión.

«¿Me he desmayado?».

Miro a mi alrededor muy confusa.

Estaba soñando. ¿Ha sido una pesadilla?

La mujer urisca mira algo que está en el suelo justo delante de mí.

—Se te ha caído la varita —comenta.

Se me hace un nudo en la garganta.

La cojo y vuelvo a meterla debajo del forro del arcón de viaje aliviada de que no

le parezca sospechoso que yo pueda tener una varita tan cara.

—Me han atacado los ícaros —le informo sin aliento.

No parece sorprendida. Se limita a ladear la cabeza y a mirarme con serenidad.

—Imagino que habrá sido la señorita Ariel.

Niego con la cabeza con energía.

—No. Eran ícaros. Estoy convencida.

—La señorita Ariel y la señorita Wynter son ícaras —contesta con seguridad.

Me la quedo mirando con la boca abierta. Vuelvo a negar con la cabeza, rehúso a

creerla.

—No. Eso no puede ser. La vicerrectora me dijo que Ariel Haven es gardneriana

y Wynter Eirllyn es elfa.

La mujer alza las cejas.

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