23.12.2020 Views

La bruja negra

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

—¡Pensarán que quieres acostarte con ellos! —le suelto avergonzada de mis

escandalosas palabras.

Diana los mira indignada.

—No estoy cansada. Siempre me siento cargada de energía después de correr.

—No, no. No me refería a eso. Me refería a que pensarán que quieres estar con

ellos.

Me mira confundida.

—No te entiendo.

—¡Pensarán que quieres mantener relaciones con ellos!

Noto cómo me sonrojo. Los gardnerianos no hablamos de estas cosas.

—Me estás diciendo… —con una mano en la cadera gesticula hacia su creciente

público—, ¿que pensarán que quiero aparearme con ellos?

—¡Sí! ¡Exacto! —grito.

—Oh, por favor, Elloren, ¡debes de estar de broma! Ninguno de esos hombres es

digno de aparearse conmigo. —Observa a los mirones con desdén—. Son débiles. Yo

soy fuerte y magnífica. Necesito un macho igual de fuerte que yo, uno de mi especie.

Además, tus hombres tienen ideas muy raras. No les entiendo.

—¡Por favor, ponte mi capa!

Me estoy desesperando.

Diana me ignora y se dirige hacia el banco justo cuando Echo y un grupo de

jovencitas gardnerianas dobla la esquina para ver qué están mirando los hombres. Me

ven y jadean horrorizadas al ver a Diana. Apartan la vista y se marchan a toda prisa.

Abro la boca como para decir algo en mi defensa, avergonzada de que me hayan

visto con una lupina desnuda.

Alcanzo a Diana, que está estirándose junto al banco, tiene los brazos extendidos

hacia el cielo y flexiona el cuerpo hacia un lado y hacia el otro mientras mira la luna

muy contenta.

Entonces aparece mi hermano Rafe con el arco, la aljaba y el saco de caza sobre

el hombro. Se queda pasmado al ver a Diana, abre los ojos como platos, y después los

entorna cuando asimila la situación frunciendo el ceño preocupado. Se acerca a

nosotras a toda prisa y yo me sonrojo todavía más, no sé hacia donde mirar.

—Hola, Elloren —dice saludándome extrañamente serio.

—Hola, Rafe —contesto sintiéndome perdida.

Mi hermano se vuelve hacia Diana, que le está mirando con cierta curiosidad.

Yo señalo a Rafe.

—Diana, este es mi hermano Rafe.

—Tú debes de ser la chica lupina —afirma con seguridad, como si no estuviera

delante de una chica completamente desnuda.

Esta situación es completamente surrealista, y lo más vergonzoso que me ha

pasado en la vida.

Página 254

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!