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La bruja negra

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a calentar la casa. Ya me he dado cuenta de que a ti y a Ariel no os afecta el frío, pero

a mí sí.

—Puedes colgar los cuadros en la pared de la escalera —sugiere Jarod con

amabilidad.

—Y la serie de las flores en el vestíbulo del piso de arriba —comenta Aislinn.

—Estoy seguro de que también podemos llevarnos algunas de las esculturas

pequeñas —añade Jarod.

Miramos todos a Wynter.

—De acuerdo —acepta en voz baja y con una sonrisita que le ilumina el rostro.

Volvemos a la Torre Norte y Jarod lleva varios tapices sin apenas esfuerzo. Aislinn,

Wynter y yo cargamos con algunos cuadros.

—Qué, Bruja Negra, coleccionando freaks, ¿no? —pregunta Ariel arrastrando las

palabras en cuanto entramos.

Está tumbada en la cama, apoyada en la pared, con los ojos entornados y los

labios manchados de negro.

Ahora ya reconozco este estado en el que se encuentra. Ha estado comiendo esas

bayas.

—Tú eres la peor de todos, ¿sabes? —continúa intentando poner cara de odio—.

Y más te vale mantener alejado a ese perro salvaje de mis gallinas.

—Es un lupino —aclaro, molesta de que insista en emplear ese lenguaje tan

racista cuando habla con cualquiera que no sea Wynter. Pero entonces recuerdo que

no hace tanto tiempo que yo también tenía unos cuantos prejuicios.

Jarod deja los cuatro tapices en el suelo y mira a Ariel.

—Hablo en serio, chico-lobo —espeta—. Si tocas mis gallinas te chamusco el

pellejo.

—A Jarod no le interesan tus gallinas, Ariel —le digo apoyando los cuadros en la

pared.

—¿Tiene nombre?

—Es mejor ignorarla cuando está así —le digo a Jarod.

Jarod asiente, parece que lo entiende.

Ariel se pega a la pared presa de la apatía mirando al vacío.

Aislinn y Jarod están delante de los tapices discutiendo sobre cuál será la mejor

forma de colgarlos. Mi amiga se saca de los bolsillos de la túnica los ganchos que ha

cogido de la galería y se los enseña a Jarod.

Yo me siento en la cama junto a Wynter.

—¿Qué son las bayas que come Ariel? —le pregunto en voz baja. Quería

investigarlas, pero no he tenido mucho tiempo libre.

Wynter mira a Ariel, que se ha quedado traspuesta en la cama. Suspira.

—Son nilantyr, un sedante muy potente —me explica.

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