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La bruja negra

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Ojos lupinos

Aislinn y yo estamos desayunando juntas algunos días después. Es fin de

semana y el comedor está prácticamente vacío a esta hora, los pálidos rayos

del sol se cuelan por las ventanas abovedadas. Aislinn vierte un poco de

miel en sus cereales mientras habla animadamente sobre su familia. Lleva semanas

esperando encantada la visita de sus hermanas, y pueden aparecer en cualquier

momento.

Levanto la cabeza y sorprendo a Yvan mirándome mientras coloca una cesta llena

de rollitos recién hechos en una de las mesas del bufet. Sus ojos verdes me atraviesan

y me provocan una inquietud que cada vez me cuesta más ignorar.

Las cosas han cambiado entre nosotros desde el día que me defendió en la cocina.

Ahora le sorprendo mirándome durante mi turno, y siempre somos muy conscientes

de la presencia física del otro. Si está llenando de troncos mi cocina de leña y me

muevo, él compensa el movimiento automáticamente, es como un baile. En esos

momentos, cuando le tengo tan cerca, me cuesta mucho pelear contra el impulso

irracional que siento de tocarle la mano, el pelo castaño, el hombro.

Me pregunto qué me estará pasando. ¿Cómo puedo sentirme tan atraída por un

celta? Imagino la reacción de la tía Vyvian y no puedo reprimir la sonrisa que asoma

a mis labios justo cuando Yvan vuelve a mirarme. Se me acelera el pulso y borro la

sonrisa, pero no consigo dejar de mirarle; de pronto hay mucha tensión entre

nosotros. Incluso desde tan lejos, noto el calor de sus ojos y el rubor me colorea las

mejillas.

Iris sale de la cocina muy alegre con una bandeja llena de carne, y el momento

que estamos compartiendo Yvan y yo se esfuma de golpe. Deja la bandeja en la mesa

con una sonrisa coqueta y se acerca a Yvan con una mano apoyada en la cadera; hoy

lleva el pelo rubio suelto y la melena le cae como una cascada por la espalda.

Yvan se enfrasca en una conversación con ella, pero está tenso, como si estuviera

tan distraído e inquieto como yo.

—Mira, Elloren, ¡ya están aquí! —exclama Aislinn alejándome de mis

pensamientos.

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