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La bruja negra

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Meto el instrumento en el estuche con cuidado, me pongo la partitura bajo del

brazo, me obligo a ponerme en pie y salgo decidida a enfrentarme a mi destino;

bueno, todo lo decidida que una puede caminar con los zapatos más incómodos que

se han inventado.

Vuelvo a entrar en el salón atestado de gente e inmediatamente empiezo a venirme

abajo, se me seca la boca, se me hace un nudo en el estómago y, lo peor de todo,

empiezan a temblarme las manos.

Mi tía me observa con una sonrisa educada mientras me acerco. Está hablando

con el sacerdote Vogel y un grupo de miembros del Consejo. Marcus Vogel se me

queda mirando fijamente y vuelvo a preguntarme si será capaz de leerme el

pensamiento.

—Gracias por dejarme utilizar este violín tan increíble, tía Vyvian —digo; me

tiembla la voz.

—No hay de qué, querida —contesta con una sonrisa radiante—. Estamos

deseando escucharte.

Señala en dirección a un atril dorado que han colocado junto a la orquesta y

delante de un fantástico piano, cuya madera de ébano está tallada en forma de varios

árboles que sostienen la amplia superficie del piano sobre sus ramas repletas de hojas.

La tía Vyvian me acompaña hasta el atril. Los miembros de la orquesta inclinan la

cabeza y me saludan con una sonrisa. Yo me agacho para abrir el estuche del violín,

cada vez me tiemblan más las manos.

—Esta es Enith —anuncia mi tía. Levanto la cabeza y veo a una joven urisca con

unos enormes ojos color zafiro y una luminosa piel azul—. Ella irá pasando las

páginas.

—¿Páginas?

Mi tía me mira como si me hubiera vuelto loca.

—De la partitura.

—Ah, sí, claro.

Me levanto y cojo la partitura que llevo debajo del brazo para entregársela a la

chica urisca. Ella advierte lo mucho que me tiemblan las manos y frunce el ceño

preocupada.

A medida que los invitados van advirtiendo que mi tía está esperando a que le

presten atención, la conversación del salón se va apagando hasta convertirse en un

murmullo.

—Me gustaría presentarles a mi sobrina, Elloren Gardner —anuncia la tía Vyvian

con soltura—. Algunos de vosotros ya habéis tenido el placer de conocerla. Otros

asistiréis a la universidad con ella este año.

Cuando miro a los invitados me horroriza advertir que Fallon se está abriendo

camino hasta la primera fila acompañada de un grupo de jóvenes.

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