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La bruja negra

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rodean. —Hace un gesto en mi dirección con las palmas de las manos hacia arriba—.

Por eso me gustaría verte comprometida con alguien que te gustara, un chico que

fuera adecuado para ti. Voy a dar una fiesta este fin de semana aprovechando que

estás en Valgard. Si hay algún chico que te guste solo tienes que decírmelo.

Mi tía me sonríe con actitud conspiradora.

Me recorre una punzada de embriagadora expectativa.

¿Y si conozco a alguien que me guste en la fiesta de mi tía? ¿Me pediría que

bailara con él? ¿O que hablara con él en algún precioso jardín? En Halfix hay muy

pocos hombres jóvenes que no estén comprometidos, y no me gusta ninguno. Pensar

que pueda conocer a alguien en Valgard es emocionante, y paso un buen rato soñando

despierta con la idea de lo que pueda suceder.

Tardamos varios días en llegar a Valgard y paramos a menudo para cambiar los

caballos, estirar las piernas y retirarnos a descansar por las noches en lujosos

alojamientos. Mi tía solo elige los mejores hospedajes, nos traen toda clase de

viandas deliciosas al dormitorio, hay flores frescas en las mesas y dormimos con

edredones suaves rellenos de plumas.

Mientras comemos y durante los largos trayectos que hacemos en carruaje, la tía

Vyvian me va hablando de las personas que ha invitado a la fiesta: los distintos

jóvenes, sus talentos y sus contactos familiares, y también de las chicas a las que

conoceré y con quién están comprometidas. Me habla de las esperanzas que tiene de

que nombren a Marcus Vogel Gran Mago, el cargo más elevado de nuestro gobierno.

El Gran Mago que tenemos ahora, Aldus Worthin, ya es mayor y se está preparando

para dejar el cargo en primavera.

El nombre de Marcus Vogel me llama la atención. Recuerdo una conversación

que mi hermano Rafe tuvo con el tío Edwin acerca de ese hombre. Mi tío fue

especialmente incisivo cuando calificó a Vogel de «fanático rabioso».

—La mitad del Consejo todavía apoya la idea de que Phinneas Callnan se

convierta en nuestro siguiente Gran Mago —me dice la tía Vyvian con un tono seco

—. Pero ese hombre no tiene sangre. Ha olvidado su fe y que nuestro pueblo estuvo a

punto de ser destruido. —Sacude la cabeza con desaprobación—. Si fuera por él,

estoy segura de que todos volveríamos a ser esclavos o mestizos. —Me da una

palmadita en la mano como si quisiera consolarme—. No importa, Elloren. El

referéndum no será hasta primavera, y Vogel cada vez tiene más apoyo.

Aparte de mi absoluta ignorancia en asuntos de política, reconozco que es muy

sencillo quedarse ahí sentada y caer presa del agradable hechizo de la tía Vyvian, que

se anima al percibir mi embeleso. Es una compañera de viaje maravillosa,

encantadora y animada. Y pinta unos retratos tan gráficos de las personas que

describe que imagino que podré reconocerlos a todos en cuanto les vea.

Parece particularmente encariñada con un joven llamado Lukas Grey, un

poderoso mago de nivel cinco que no deja de ascender escalafones en el ejército de

Gardneria.

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