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La bruja negra

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Soy vagamente consciente de las voces de los demás y mientras corremos por el

bosque parece como si estuvieran debajo del agua. Nos paramos y vuelvo a enfocar

un momento.

—Se están marchando —comenta Cael encantado.

Miro con debilidad hacia donde señala el elfo. La cabeza me cuelga de una forma

extraña, como si la tuviera parcialmente desenganchada del cuerpo, y estoy rodeando

a Yvan con los brazos por el cuello con las pocas fuerzas que me quedan. Estamos un

poco más altos y ahora tenemos una vista panorámica de la base militar. Naga está

inconsciente y Diana y Jarod tiran de ella; la dragona va arrastrando la punta de un

ala por el suelo.

Veo lo que parecen más de cien dragones levantando el vuelo y surcando el aire

en dirección al oeste, mientras un grupo de soldados muy nerviosos intentan

dominarlos con anzuelos y hechizos.

—¿Adónde creéis que van? —pregunta Andras.

—Parece que se dirigen a Valgard —opina Trystan incrédulo.

—Tienen una conexión mental con Damion Bane —explica Yvan. Noto la sutil

vibración de su voz grave en su pecho cálido—. Así que es muy probable que vayan a

Valgard.

La base militar está sumida en el caos, los soldados se gritan unos a otros, les

lanzan flechas y ráfagas de luz azul a los dragones, pero la mayoría de las bestias

avanzan en una nube negra en dirección a Valgard.

Uno de los dragones, que se ha quedado rezagado, se da media vuelta, suelta un

rugido horroroso y empieza a volar directamente hacia nosotros. Debería estar muerta

de miedo, pero estoy mareada y muy débil. Parece un sueño surrealista, y entonces

me doy cuenta de algo:

«Cuando he tocado a Trystan, me ha dado la sensación de que el poder latente que

hay en mi sangre ha amplificado su magia».

—Trystan —jadeo poniendo una mano débil en la espalda de mi hermano—. El

hechizo del cráter. Hazle un agujero…

Trystan recita el hechizo apretando los dientes cuando el dragón empieza a

descender. Yo jadeo cuando noto el calor, me recorre la mano en dirección al hombro

de Trystan. De la punta de la varita sale un haz de luz blanca que se dirige al dragón,

impacta contra el pecho de la criatura y lo atraviesa. El animal estalla en mil pedazos

mientras el haz de luz sigue su curso y choca contra la montaña que tenemos delante.

Retumba una explosión en la roca y se levanta una nube de polvo. El ruido es

ensordecedor y el suelo tiembla bajo nuestros pies. El impacto provoca un montón de

avalanchas y varias rocas enormes se desmoronan sobre la base militar haciendo

añicos el barracón más grande.

—Eso es… —dice Jarod alucinado.

—El nuevo cuartel militar de Damion, sí —termina de decir Trystan.

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