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La bruja negra

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—Lo sabía antes de que entraras en la habitación —comenta, ofendida porque no

dejo de subestimar la superioridad de sus sentidos lupinos—. Le he olido ahí fuera —

me dice ladeando la cabeza y observándome con atención—. Esperándote.

Sus palabras se quedan flotando en el aire entre las dos y yo vuelvo a sonrojarme.

«Sentidos lupinos». Me doy cuenta de que Diana ha escuchado toda mi

conversación con Yvan y que puede sentir nuestra absurda atracción. Diana me mira

fijamente y decide guardar un extraño y bendito silencio al respecto.

Yo callo un momento. Los murmullos de Wynter y el crujido del fuego son los

únicos sonidos en la silenciosa habitación.

Agradezco mucho que Diana evite hacer comentarios sobre mí y sobre Yvan, pero

no consigo quedarme callada por lo que se refiere a mi hermano.

—Diana —digo vacilante—. Te… te he visto besar a mi hermano antes.

Diana parpadea inexpresiva.

—Quiero aparearme con él —dice al fin.

Mi preocupación aumenta.

—Pero me dijiste que nunca lo harías porque no es lupino, y estoy un poco

confundida.

—No me aparearía con él ahora —me aclara agitando la mano como si fuera algo

evidente—. Solo después de que se convierta en lupino.

—Mi hermano es gardneriano, Diana —señalo cada vez más preocupada.

—¿A qué te refieres exactamente?

—Los gardnerianos no se convierten en lupinos.

—Bueno, él lo hará —afirma con absoluta confianza—, para aparearse conmigo.

—¿Se convertirá en lupino?

¿Mi hermano? ¿Un cambiaformas?

—Sí.

Suspiro rendida y apoyo la cabeza en la cama mirando a Diana y a la selkie

dormida presa de una gran melancolía. Aquí está: la elección de Rafe. La poca

familia que tengo está empezando a fracturarse y desmoronarse. Rafe se convertirá en

lupino y nos dejará. Y Trystan… solo el Gran Ancestro sabe lo que pasará con él.

Y yo… No encajo en ninguna parte. Y menos con Yvan. Siento una amarga

punzada de dolor y pesar.

—¿Qué hay que hacer para convertirse en lupino? —pregunto en voz baja y un

poco triste, pero con curiosidad por saber cómo se llevará a Rafe.

Diana vacila antes de contestar.

—Se hace una noche de luna llena. Hay que morder a la persona que se quiere

convertir en la base del cuello hasta que sangra.

—¿Y qué hará tu padre? —pregunto preocupada—. ¿Cuándo descubra lo de

Rafe?

—A mi padre le gustará mucho Rafe —me asegura—. Estoy convencida.

Nos quedamos calladas un momento mientras yo peleo contra las lágrimas.

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