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La bruja negra

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supervivientes de su escolta.

Me dejo caer al suelo y me cojo el pie para masajearme el tobillo palpitante, estoy

conmocionada.

Veo más soldados que corren por el campo gritando. La mayoría son

gardnerianos, pero algunos van vestidos con el uniforme gris de la guardia de

Verpacia, y hay uno que es elfhollen. Cierran la marcha tres vu trin, entre ellas Kam

Vin y Ni Vin. Ni Vin me mira a los ojos, lleva la mitad de la cabeza quemada

envuelta en un pañuelo negro, y ha desenvainado la espada.

Me vuelvo y miro por encima del hombro.

El campo está lleno de hombres y dragones muertos. Me vuelvo hacia Fallon, que

está completamente inmóvil. El terror me paraliza.

Todo el mundo habla a la vez. Los hombres aúllan órdenes cuando aparece un

numeroso contingente de soldados gardnerianos. Los acompañan un médico

gardneriano y su aprendiz, el doctor le grita pidiendo cosas.

Estoy tan conmocionada que el ruido me parece un caos inconexo.

—¡Dejadme espacio! —ordena el médico corriendo hacia Fallon, y se deja caer

de rodillas.

Por un momento dejo de verla, está rodeada de médicos y soldados, uno de ellos

sostiene una antorcha, y el círculo de soldados exterior está mirando hacia fuera con

las armas desenvainadas y expresiones serias en los semblantes.

Un joven soldado se arrodilla a mi lado.

—Maga Gardner, ¿estás bien?

Yo me sobresalto y me alejo de él temblando de miedo, sus palabras apenas

consiguen atravesar la tormenta de emociones que siento.

Alguien me pone una manta sobre los hombros.

Cuando la muchedumbre que rodea a Fallon se dispersa, veo que el médico tiene

un cuchillo en la mano. Le ha quitado la túnica a Fallon y ella tiene el pecho cubierto

de vendas. Alguien coge su uniforme y su capa, marcados con las runas, hace una

bola con la tela brillante y se la lleva.

«No está muerta».

Tiene los ojos entornados, pero abiertos, y me está mirando con un odio tan

intenso que me deja de piedra.

—La Torre Norte —jadea.

Pone los ojos en blanco y vuelve a quedarse inconsciente.

Sin aliento y con el corazón acelerado, observo cómo dos de los escoltas de

Fallon levantan la camilla y se la llevan. Un pequeño ejército de gardnerianos avanza

a su alrededor para protegerla, y ya no puedo verla.

—¿Quiénes son? —le pregunto a uno de los supervivientes de la escolta de Fallon

gesticulando en dirección a los atacantes muertos.

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