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La bruja negra

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—Ha sido muy difícil.

—Sí, lo imagino.

—Estaré más contenta cuando lleguen mis hermanos… y me vendrá bien dormir

un poco.

La vicerrectora me entrega un collar pesado: un disco dorado colgado de una

cadena.

—Esta es tu insignia de Gardneria. Con ella podrás acceder a los archivos de

farmacia.

Le doy la vuelta al disco y paso el pulgar por la superficie abultada. Siento una

oleada de cálida excitación debido a mi nuevo estatus como aprendiz oficial del

gremio. Me paso la cadena por encima de la cabeza.

—Tienes que reunirte con la directora de la cocina esta noche —me informa—.

Para que te informe de tus tareas.

Rebusco entre los papeles que me ha dado Aislinn y encuentro el que habla sobre

mi trabajo. Se lo entrego a la vicerrectora para que le eche un vistazo. Hace un gesto

para darme a entender que ya conoce los detalles y no necesita verlo. Lo vuelvo a

colocar en la pila de documentos.

—¿Se supone que voy a alojarme en la Torre Norte? —menciono algo vacilante.

—Ah, sí —contesta volviéndose un poco y señalando hacia las ventanas que tiene

detrás—. Está pasado el campus norte, detrás de los establos. Se ve desde aquí.

Miro fuera. Solo veo una plomiza estructura de piedra en lo alto de una colina,

por detrás se ve el bosque y la Cordillera del Norte de fondo.

—Parece una torre vigía —comento muy decepcionada, recordando los albergues

tan bien iluminados junto a los que pasamos Lukas y yo cuando veníamos hacia allí.

La vicerrectora frunce los labios.

—Te has matriculado tarde, Maga Gardner. Nuestros albergues están llenos. Pero

no estarás sola. Te hemos puesto con otras dos estudiantes.

—¿Ariel Haven y Wynter Eirllyn? —pregunto, he visto sus nombres, aparecen

citadas como compañeras de alojamiento en la documentación que me han dado.

La vicerrectora entorna los ojos al oírme pronunciar los nombres y esboza una

sonrisita.

—Sí, serán tus compañeras.

—¿Son gardnerianas? —me pregunto.

Wynter es un nombre raro. No lo había oído nunca.

Me lanza una mirada críptica, la misma que vi en los ojos de mi tía cuando me

explicó que hay quien tiene selkies como animales domésticos.

—Ariel Haven es gardneriana —contesta lentamente—. Wynter Eirllyn es elfa.

Una elfa. No me lo esperaba, y a pesar de lo mucho que me duele la cabeza y el

brazo con el que sostuve la varita, la idea me resulta intrigante. Voy a compartir

alojamiento con una elfa. Solo consigo decir:

—Oh.

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