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ESTUDIO INTRODUCTORIO

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Emilio María Terán<br />

se considerarán obligatorios, sino en caso que ellos lleguen a ser estipuladas con el<br />

convenio definitivo que habrá de celebrarse con presencia de los resultados e informes<br />

de la comisión exploradora a que se refieren los Arts. 1 y 2”. Como una consecuencia de<br />

las conferencias susodichas, usted se servirá dar conocimiento de estas disposiciones al<br />

señor Mocatta, para los fines que puedan convenir a los intereses que representa.<br />

Con distinguida consideración soy de usted su obsecuente servidor.<br />

Francisco Marcos.<br />

Llevadas a cabo las conferencias, y propuestas las adiciones y modificaciones al<br />

proyecto de contrato, dirémoslo así, formulado por Mocatta y el general Illingrot, se<br />

tomó lo hecho como base suficiente para pedir a la Convención que estudie y resuelva<br />

este asunto con el eficaz empeño que demandaba la salvación del país. En efecto, caído<br />

Noboa del Poder, y adueñado Urvina de él, como Jefe Supremo de la República, la<br />

convención reunida en Guayaquil el 17 de julio de 1852, había dado principio a la nueva<br />

organización política del Estado, y era ella, pues, la que debía determinar el curso de las<br />

negociaciones iniciadas con los acreedores extranjeros. Así se pensó, y así se resolvió<br />

desde que el Ministro de Hacienda Marcos remitió a esa asamblea los documentos<br />

anteriormente copiados, dándole cuenta además, en su nota de 5 de agosto, 92 que los<br />

acreedores solicitaban del Gobierno, “la correspondiente autorización para hacer en el<br />

territorio del Ecuador reconocimientos científicos que deben preceder a los arreglos”,<br />

que sometía a la sabia consideración de los representantes nacionales.<br />

Mocatta hubo ya golpeado las puertas de la convención especialmente recomendado,<br />

por “las atenciones y miramientos a que era acreedor por sus propias prendas y por la<br />

inapreciable recomendación del Barón de Goldsmind”. 93 ¿Cómo acabarán los primeros<br />

valimientos en favor de nuestro crédito y en el de la prendas del señor Mocatta,<br />

dignamente recomendadas por el Barón de Goldsmid? ¿Cómo?... Con el mayor<br />

escándalo que podía perpetrar la impudicia de los hombres, en vil consorcio con la<br />

degradación política de un Estado incipiente. No anticiparé los hechos, señor general:<br />

acábenme la indignación y la vergüenza que sentirá todo hombre honrado al conocer<br />

las maquinaciones de lesa patria, en que emprendieron ayer nuestros gobiernos, y que<br />

se han mantenido ocultas mientras una mano laboriosa las arranque del pasado para<br />

justificar una reforma necesaria aun en el aire que respiramos.<br />

A raíz de Conroy vino Mocatta; la conducta de Urvina en este asunto hizo extrañar<br />

a Roca; y si ayer nos salvaron del peculado, hoy abrieron las puertas de nuestra ruina,<br />

con la burla y el menosprecio a la majestad de nuestras instituciones republicanas.<br />

El general Urvina por su parte, en el Mensaje dirigido a la Convención el 17 de julio<br />

del indicado año de 1852, 94 se expresó respecto a Mocatta en estos términos:<br />

92 Archivo del Congreso, legajo citado en la nota anterior.<br />

93 José María Urvina, contestación al Barón de Goldsmid, 31 de julio de 1852.<br />

94 El Seis de Marzo, No 49.

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