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ESTUDIO INTRODUCTORIO

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348<br />

Emilio María Terán<br />

XV<br />

Reparación<br />

Pocos son los hechos conexionados con la deuda externa en el periodo de 1865 a 1869<br />

en que García Moreno, comprendiendo lo gravoso del convenio Espinel-Mocatta, libre<br />

ya de la situación política que le obligó a tantos miramientos con nuestros acreedores<br />

británicos, al comienzo de su primera administración reparó, en parte, el mal insubsanable<br />

que nuestras estipulaciones, con los tenedores de bonos, venían causando a la patria.<br />

En el año de 1866, algunos periódicos ingleses inculparon al Ecuador repetida<br />

inexactitud en la entrega de la cuarta parte del producto de las aduanas, destinadas a<br />

satisfacer la deuda externa; pero la queja, al parecer, no emanó del centro de nuestros<br />

acreedores, y, tal vez de ninguno de ellos, si tomamos en cuenta que tanto García<br />

Moreno como su sucesor don Jerónimo Carrión, tenían especial cuidado en el pago de las<br />

sumas resultantes de los derechos de importación, no obstante que aquéllos conocían lo<br />

oneroso para la república del cumplimiento de sus deberes en la forma determinada por<br />

los contratos celebrados en épocas anteriores. La inculpación de la prensa de Inglaterra<br />

exacerbó el pacífico carácter de Carrión, quien, deseando manifestarse celoso del crédito<br />

y buen nombre de la república, en la comunicación oficial de su Ministro de Hacienda del<br />

10 de noviembre de 1866, hizo conocer al Encargado de Su Majestad Británica en Quito,<br />

lo arbitrario e injusto de la especie ofensiva a la buena voluntad del Gobierno de llenar<br />

sus compromisos. EL señor St. John Nealequiso informarse del Vicecónsul británico en<br />

Guayaquil, en cuyo poder se consignaban los fondos para la remisión a Londres, sobre los<br />

pormenores que podían haber causado la queja de los susodichos periódicos. Tal vicecónsul<br />

manifestó que, si bien no había estricta regularidad en los administradores de la Aduana<br />

de Guayaquil para entregar las quincenas destinadas a los acreedores británicos, no hubo<br />

llegado el caso de suspenderse o retardarse indefinidamente la entrega de las indicadas<br />

quincenas, terminando por expresar que no había recibido él ninguna queja del comité de<br />

los tenedores de bonos en Londres, no obstante que éstos eran los únicos interesados en el<br />

envío y pago de los dividendos.<br />

El curso legal de estas explicaciones dejó satisfecha la honra del Gobierno; pues tanto<br />

el ministro Neale como el comité de Londres contradijeron la queja de los periódicos<br />

ingleses, comprendiendo que fuera del retardo y la pérdida de los dividendos no pagados<br />

a consecuencia de la quiebra de la casa Gutiérrez, agentes de los tenedores de bonos en<br />

Guayaquil, nuestros acreedores estaban satisfechos de la eximia delicadeza del Gobierno<br />

del Ecuador.<br />

En el año de 1867, el Congreso de la República, que contaba entre sus miembros a don<br />

Antonio Flores como Vicepresidente de la Cámara de Diputados, trató ya de una reforma<br />

radical del contrato Espinel-Mocatta, incitando al Ejecutivo para que procediera a nuevos<br />

arreglos con los tenedores de bonos:

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