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ESTUDIO INTRODUCTORIO

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266<br />

Emilio María Terán<br />

aplaudiendo nuestra ruina. ¿Qué no? Léase lo siguiente dicho a Urvina por el Presidente<br />

del Senado de 1855, refiriéndose a la muy faustosa nueva de estar cumpliéndose el<br />

convenio Espinel-Mocatta, en lo relativo a los deberes que le corresponden al Ecuador:<br />

Muy honroso es a vuestra administración que, sin embargo de los diversos y<br />

continuos gastos que durante ella se han hecho por necesidades extraordinarias, hayáis<br />

prestado una atención preferente al cumplimiento del convenio celebrado con nuestros<br />

acreedores británicos. Al llenar las obligaciones contraídas por parte del Ecuador,<br />

como habéis principiado a verificarlo, se restablecerá el crédito nacional y os quedará<br />

la imperecedera gloria de haber arreglado este difícil negocio que antes de haberos<br />

encargado del mando, se había creído impracticable y superior a nuestras fuerzas.<br />

En verdad que hacer un arreglo como el de Espinel-Mocatta, era impracticable y<br />

superior a nuestras fuerzas. Hundir a la república en una miseria absoluta es también<br />

difícil, donde los sentimientos de honradez y patriotismo han vivido guardados por los<br />

girones del pueblo, como la chispa que se alimenta oculta, toda una noche, entre las<br />

frías cenizas del humilde hogar.<br />

Lo que se dijo a Urvina, se dijo también a Robles: esas palabras fueron el elogio obligado<br />

al Gobierno, cuantas veces las cámaras legislativas contestaron al mensaje del Ejecutivo.<br />

Fuera de lo que dejo expuesto aquí y en el anterior capítulo, nada ocurrió de nuevo<br />

respecto de nuestra deuda externa en los tres años subsiguientes a la aprobación del<br />

convenio. Si algo debo consignar como especial no será sino el hecho de las interpelaciones<br />

dirigidas al Ministro de Hacienda Icaza, en la sesión del Senado de 16 de octubre de 1857,<br />

con motivo de los interese correspondientes al Ecuador de la deuda del Perú, y que fueron<br />

recibidos en Nueva York por don Elías Mocatta. En dicha sesión pelotearon de lo lindo<br />

entre el ministro y algunos senadores: acusaciones de una parte, excusas y explicaciones de<br />

la otra; la razón no se definió, mas si el abuso que los acreedores cometieron con esos fondos,<br />

el que dejo delatado claramente y sin ambages. El acta en que consta la controversia es<br />

demasiado extensa para insertarla aquí a modo de episodio; con todo, para que se aprecie<br />

el aspecto de la discusión, léanse las palabras de don Gabriel García Moreno, dichas, como<br />

suele decirse, en las mismísimas barbas del ministro Icaza. 108<br />

Discursos del honorable García Moreno<br />

Contrayéndose a los intereses de la deuda peruana, preguntó el honorable García<br />

Moreno, por qué se había ocultado a la nación el arreglo que sobe ellos se había hecho,<br />

y por qué no aparecía aumentada la cantidad percibida en razón del subido cambio que<br />

se pagaba al tiempo de percibirse. Indicó también que para ese arreglo y el canje de<br />

bonos debía haber bastado un solo agente en Inglaterra o Francia; y que sin embargo el<br />

108 El Seis de Marzo, No. 266, 1857

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