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ESTUDIO INTRODUCTORIO

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HISTORIA DE LA DEUDA EXTERNA DEL ECUADOR<br />

Flores, convino en la enajenación de ese Archipiélago a nuestros acreedores británicos;<br />

razón por las cual los ministros de Relaciones Exteriores y de Hacienda le autorizaron<br />

a Flores procediese a la venta de esa parte del territorio ecuatoriano que, con justicia,<br />

se la aprecia como una esperanza de prosperidad para la república; debiendo verificar el<br />

contrato con la única reserva de que, “al asegurar los intereses de ambas partes, conserve<br />

también la nación los derechos inherentes a la soberanía que ejerce sobre aquellas islas,<br />

según la carta fundamental de la república”; reserva desde luego que no estaba conforme<br />

con los deseos de quienes interesaban en el dominio del Archipiélago..<br />

Flores, en una carta privada dirigida de Londres el1º de junio de 1865 a García<br />

Moreno, dice: 144<br />

Sólo yo quiero ligar nuestro nombre a la reforma radical del convenio Mocatta-<br />

Urvina [...] Lo que se quería era la enajenación de las Islas para estaciones navales<br />

y, como no es posible esto, se retira la propuesta. Enuncio que quizá los acreedores<br />

consientan en hacerse pago de lo atrasado con dichas islas, tres dividendos y las £ 22,000<br />

de Franco. Será esto un gran bien para el país si añaden las concesiones pedidas pará<br />

amortizar la deuda sin sacrificio alguno de nuestra parte y con sólo el 25% [...]. De todos<br />

modos rehabilitado nuestro crédito con la liquidación de lo atrasado; nuestro papel<br />

serán (sic) vales o acciones admisibles en la bolsa, y con sólo el crédito se puede no<br />

sólo concluir la carretera, sino ensayar frente a Guayaquil algunas leguas de ferrocarril.<br />

Si infausto fue el convenio Icaza-Pritchett, ¿cómo calificaría el señor Flores la<br />

enajenación de las Islas de Galápagos? ¿O es que difiere la moral de las acciones, no por<br />

la naturaleza de los actos, sino por las personas que las ejecutan? Medrados estaríamos<br />

con esta doctrina de nueva filosofía, sin aceptarla como rarísima excepción del principio<br />

contrario; excepción en la cual no está incluida la conducta de Flores en eso de condenar<br />

a Icaza con palabras e imitarlo en los hechos ventajosamente.<br />

Las gestiones del ex Comisionado Fiscal felizmente no se llevaron a cabo; de lo<br />

contrario las consecuencias, bien así económicas como internacionales, nos habrían<br />

dado amargos días de conflicto que hubiesen pesado como una maldición sobre quienes<br />

no supieron velar sinceramente por los intereses patrios. ¿Se dignará contestarnos el<br />

señor Flores cuál era el gran bien que reportaba la república con la enajenación de sus<br />

islas? ¿Qué bien, qué utilidad ha sacado la nación de la entrega de nuestros terrenos<br />

baldíos a los acreedores británicos? ¿Qué examen científico se ha hecho de nuestras<br />

regiones?; ¿qué inmigración las ha poblado?; ¿qué riquezas han afianzado el crédito de la<br />

nación?, y, por último, ¿cuál es el progreso que nos ha sacado de la penumbra estacionaria<br />

en la cual nos hallaron Mocatta, Pritchett, Wilson, Parys Moreno y Flores? Destruido el<br />

estímulo individual, menoscabados los intereses de la actividad ecuatoriana, enajenado<br />

el territorio vivimos aún envueltos en obscuras sombras por las intrigas y la perfidia de<br />

propios y extraños?<br />

144 Carta original que la posee el autor.<br />

345

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