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el-capital-ii

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en proporción a lo que dura. Esta duración puede aumentar o disminuir de muy diversos<br />

modos y restringir así en un grado muy distinto <strong>el</strong> tiempo de producción d<strong>el</strong> <strong>capital</strong>. Pero lo<br />

que la economía política ve es lo que se manifiesta: la acción que ejerce <strong>el</strong> tiempo de<br />

circulación sobre <strong>el</strong> proceso de valorización d<strong>el</strong> <strong>capital</strong>, en términos generales. El<br />

economista concibe esta acción negativa como positiva, porque son positivas sus<br />

consecuencias. Y se aferra más aún a esta apariencia, porque cree encontrar en <strong>el</strong>la la<br />

prueba de que <strong>el</strong> <strong>capital</strong> encierra una fuente mística de autovalorización, independiente de<br />

su proceso de producción y, por tanto, de la explotación d<strong>el</strong> trabajo, fuente que, según <strong>el</strong>la,<br />

fluye en la órbita de la circulación. Más ad<strong>el</strong>ante veremos cómo hasta la economía<br />

científica se deja engañar por esta apariencia. Contribuyen a afirmarla en este error, como<br />

también veremos, diversos fenómenos: 1) <strong>el</strong> modo <strong>capital</strong>ista de calcular las ganancias, en<br />

que la razón negativa figura como positiva, en <strong>el</strong> sentido de que, tratándose de <strong>capital</strong>es<br />

colocados en distintas esferas de inversión en que sólo difiere <strong>el</strong> tiempo de circulación, se<br />

presenta la mayor duración d<strong>el</strong> tiempo de circulación como una razón d<strong>el</strong> alza de precio y<br />

como una de las razones que contribuyen a la compensación de las ganancias; 2) <strong>el</strong> tiempo<br />

de circulación sólo constituye una fase d<strong>el</strong> tiempo de rotación, d<strong>el</strong> cual forma parte <strong>el</strong><br />

tiempo de producción o <strong>el</strong> de reproducción. Se atribuye al tiempo de circulación lo que<br />

corresponde, en realidad, al segundo. 3) La transformación de las mercancías en <strong>capital</strong><br />

variable (salarios) se halla condicionada por su transformación previa en dinero. Por tanto,<br />

en la acumulación d<strong>el</strong> <strong>capital</strong> la transformación en <strong>capital</strong> variable adicional se opera en la<br />

esfera de circulación o durante <strong>el</strong> tiempo de ésta. Y <strong>el</strong>lo hace que la acumulación se crea<br />

resultado d<strong>el</strong> tiempo de circulación.<br />

Dentro de la esfera de circulación, <strong>el</strong> <strong>capital</strong> recorre n un sentido o en otro las dos fases<br />

contrapuestas M – D y D – M. Su tiempo de circulación se divide, por tanto, en dos partes;<br />

<strong>el</strong> tiempo que necesita para convertirse de mercancía en dinero. y <strong>el</strong> tiempo necesario para<br />

convertirse de dinero en mercancía. Sabemos ya por <strong>el</strong> análisis de la circulación simple de<br />

mercancías (libros, cap. III [pp. 71 ss.] que la fase M – D, la de la venta, representa la parte<br />

más difícil de su metamorfosis y por tanto, en condiciones normales, la mayor parte d<strong>el</strong><br />

tiempo de circulación. Cuando reviste la forma de dinero, <strong>el</strong> valor puede invertirse en<br />

cualquier momento. En cambio, como mercancía, necesita convertirse previamente en<br />

dinero para ser directamente cambiable y estar en condiciones de actuar a cada instante.<br />

Sin embargo, <strong>el</strong> proceso circulatorio d<strong>el</strong> <strong>capital</strong> en su fase D – M supone precisamente su<br />

transformación en mercancías que representen determinados <strong>el</strong>ementos d<strong>el</strong> <strong>capital</strong><br />

productivo en la base dada de inversión. Puede ocurrir que los medios de producción no se<br />

encuentren en <strong>el</strong> mercado, sino que deban ser producidos previamente, que haya que ir a<br />

buscarlos a mercados lejanos, que se presenten lagunas en su abastecimiento normal,<br />

cambios de precios, etc.; en una palabra, todo un cúmulo de circunstancias que no se<br />

traslucen en la simple fórmula D – M, pero que absorben unas veces más y otras menos<br />

tiempo, en esta parte de la fase de circulación. Las fases M – D y D – M se hallan<br />

separadas en <strong>el</strong> tiempo, pudiendo también ocurrir que lo estén en <strong>el</strong> espacio, que <strong>el</strong><br />

mercado de compra y <strong>el</strong> de venta sean mercados geográficamente distintos. En las<br />

fábricas, por ejemplo, su<strong>el</strong>e incluso ocurrir que los compradores y los vendedores sean<br />

distintas personas. En la producción de mercancías, la circulación es tan necesaria como la<br />

misma producción y los agentes de circulación tan necesarios, por consiguiente, como los<br />

de producción. El proceso de reproducción engloba ambas funciones d<strong>el</strong> <strong>capital</strong>; implica<br />

también, por tanto, la necesidad de que estas funciones se hallen representadas ya sea por

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