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el-capital-ii

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<strong>el</strong>las. Y todos los <strong>el</strong>ementos d<strong>el</strong> <strong>capital</strong> productivo, los fijos y los circulantes, se enfrentan<br />

por igual, como <strong>capital</strong> productivo, los fijos y los circulantes, se enfrentan por igual, como<br />

<strong>capital</strong> productivo, al <strong>capital</strong> de circulación, es decir, al <strong>capital</strong>–mercancias y al <strong>capital</strong>–<br />

dinero.<br />

Lo mismo acontece con la fuerza de trabajo. Una parte d<strong>el</strong> <strong>capital</strong> productivo tiene<br />

que vincularse constantemente a <strong>el</strong>la, y son las mismas, idénticas fuerzas de trabajo, como<br />

son las mismas máquinas, las que emplea siempre y durante largo tiempo <strong>el</strong> mismo<br />

<strong>capital</strong>ista. La diferencia entre <strong>el</strong>las y las máquinas no consiste, para estos efectos, en que<br />

las máquinas se compren de una vez para siempre (cosa que no ocurre siempre, por<br />

ejemplo, cuando se pagan a plazos) y los obreros no, sino en que <strong>el</strong> trabajo que éstos<br />

despliegan se incorpora íntegramente al producto y, en cambio, <strong>el</strong> valor de las máquinas<br />

sólo se incorpora fragmentariamente.<br />

A. Smith confunde conceptos que son distintos, cuando dice d<strong>el</strong> <strong>capital</strong> circulante,<br />

por oposición al <strong>capital</strong> fijo: “El <strong>capital</strong> empleado en esta forma no puede rendir beneficio<br />

ni ingreso al que lo emplea, mientras permanezca en su posesión o no cambie de forma”.<br />

Sitúa la metamorfosis puramente formal de la mercancía, que <strong>el</strong> producto, <strong>el</strong> <strong>capital</strong>–<br />

mercancías, sufre en la órbita de la circulación y que permite <strong>el</strong> cambio de manos de las<br />

mercancías, en <strong>el</strong> mismo plano que la metamorfosis física sufrida por los diversos<br />

<strong>el</strong>ementos d<strong>el</strong> <strong>capital</strong> productivo durante <strong>el</strong> proceso de producción. Mezcla aquí, sin más, la<br />

transformación de la mercancía en dinero y d<strong>el</strong> dinero en mercancía, la compra y la venta,<br />

con la transformación de los <strong>el</strong>ementos de producción en <strong>el</strong> producto. El ejemplo que pone<br />

de <strong>capital</strong> circulante es <strong>el</strong> d<strong>el</strong> <strong>capital</strong> comercial, que se convierte de mercancía en dinero y<br />

de dinero en mercancía: <strong>el</strong> cambio de formas operado dentro de la circulación tiene para <strong>el</strong><br />

<strong>capital</strong> industrial en funciones la significación de que las mercancías en que vu<strong>el</strong>ve a<br />

convertirse <strong>el</strong> dinero constituyen <strong>el</strong>ementos de producción (medios de trabajo y fuerza de<br />

trabajo); de que ese cambio asegura, por tanto, la continuidad de su función, permitiendo<br />

que <strong>el</strong> proceso de producción se efectúe como un proceso continuo o como un proceso de<br />

reproducción. Este cambio de formas se opera todo él en la circulación, y es <strong>el</strong> que permite<br />

que las mercancías pasen realmente de unas manos a otras. En cambio, las metamorfosis<br />

que sufre <strong>el</strong> <strong>capital</strong> productivo dentro de su proceso de producción son metamorfosis<br />

encuadradas dentro d<strong>el</strong> proceso de trabajo, necesarias para transformar los <strong>el</strong>ementos de<br />

producción en <strong>el</strong> producto apetecido. A. Smith se atiene al hecho de que una parte de los<br />

medios de producción (los verdaderos medios de trabajo) actúa en <strong>el</strong> proceso de trabajo (lo<br />

que él expresa falsamente diciendo: yi<strong>el</strong>d a profit to their master) (14) sin cambiar de forma<br />

natural, desgastándose sólo gradualmente, mientras que otra parte, la formada por los<br />

materiales, se modifica y cumple precisamente la función que le corresponde como medio<br />

de producción, al modificarse. Pero este distinto comportamiento de los <strong>el</strong>ementos d<strong>el</strong><br />

<strong>capital</strong> productivo en <strong>el</strong> proceso de trabajo es sólo <strong>el</strong> punto de partida de la distinción entre<br />

<strong>el</strong> <strong>capital</strong> fijo y <strong>el</strong> <strong>capital</strong> no fijo y no la misma distinción, como lo demuestra <strong>el</strong> simple<br />

hecho de que se dé igualmente en todos los regímenes de producción, tanto en los<br />

<strong>capital</strong>istas como en los no <strong>capital</strong>istas. Y a este distinto comportamiento material<br />

corresponde la transferencia de valor al producto, a la que a su vez corresponde la reposición<br />

d<strong>el</strong> valor mediante la venta de aquél; y esto y sólo esto es lo que engendra aqu<strong>el</strong>la<br />

diferencia. Por tanto, <strong>el</strong> <strong>capital</strong> no es fijo porque se fije en los medios de trabajo, sino<br />

porque una parte de su valor invertido en medios de trabajo permanece fijado en éstos,<br />

mientras que otra parte circula como parte integrante d<strong>el</strong> valor d<strong>el</strong> producto.

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