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el-capital-ii

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Aquí, sólo nos referimos al carácter general de los gastos de circulación que surgen<br />

de la metamorfosis puramente formal. No hay para qué entrar en todas sus formas de<br />

detalle. Pero, los simples cobros y pagos de dinero, en la medida en que son función<br />

exclusiva de los bancos, etc., o d<strong>el</strong> cajero de una empresa individual, función concentrada<br />

en gran escala y realizada con carácter independiente, indican cómo ciertas formas<br />

pertenecientes a la transformación puramente formal d<strong>el</strong> valor, y que, por tanto, responden<br />

a la forma social concreta d<strong>el</strong> proceso de producción y que, tratándose d<strong>el</strong> productor<br />

individual de mercancías son fenómenos insignificantes y apenas perceptibles, pueden<br />

discurrir aquí al lado de sus funciones productivas y entr<strong>el</strong>azarse con <strong>el</strong>las, y cómo pueden<br />

saltar a la vista, al presentarse como gastos de circulación en masa. Lo que interesa retener<br />

es que estos gastos de circulación no cambian de carácter por <strong>el</strong> simple hecho de cambiar<br />

de forma.<br />

c) Dinero<br />

Ya se produzca como mercancía o sin carácter de tal, un producto es siempre<br />

cristalización material de riqueza, un valor de uso destinado a servir para <strong>el</strong> consumo<br />

individual o <strong>el</strong> consumo productivo. Como mercancía, su valor existe de un modo ideal en<br />

<strong>el</strong> precio, <strong>el</strong> cual no altera para nada su forma real de uso. El hecho de que ciertas<br />

mercancías, como <strong>el</strong> oro y la plata, actúen como dinero y, como tales, se muevan<br />

exclusivamente en <strong>el</strong> proceso de la circulación (pues también en función de tesoro, de<br />

reserva, etc., permanecen, aunque sea de un modo latente, dentro de la órbita de la<br />

circulación), constituye pura y simplemente un resultado de la forma social concreta d<strong>el</strong><br />

proceso de producción, que es un proceso de producción de mercancías. Como, dentro de la<br />

producción <strong>capital</strong>ista, la mercancía se convierte en la forma de producto y la gran masa de<br />

éste se produce como mercancía y, por tanto, tiene que revestir necesariamente la forma<br />

dinero; como, por consiguiente, la masa de mercancías, la parte de la riqueza social que<br />

funciona como mercancías, crece de un modo incesante, tiene que crecer también <strong>el</strong><br />

volumen d<strong>el</strong> oro y la plata que funcionan como medio de circulación, como medio de pago,<br />

como reserva, etc. Estas mercancías que actúan como dinero no entran en <strong>el</strong> consumo<br />

individual ni en <strong>el</strong> consumo productivo. Son trabajo social plasmado bajo una forma que les<br />

permite servir de simple máquina de circulación. Pero, además de condenar a una parte de<br />

la riqueza social a esta forma improductiva, <strong>el</strong> desgaste d<strong>el</strong> dinero reclama la constante<br />

reposición de éste o la transformación de más trabajo social –bajo la forma de producto– en<br />

más oro y plata. Estos gastos de reposición, en las naciones de <strong>capital</strong>ismo desarrollado,<br />

son considerables, ya que la parte de la riqueza condenada a revestir la forma de dinero es<br />

muy voluminosa. El oro y la plata, como mercancías–dinero, constituyen para la sociedad<br />

gastos de circulación, que brotan exclusivamente de la forma social de la producción.<br />

Representan faux frais de la producción de mercancías en general, que crecen a medida que<br />

se desarrolla la producción de mercancías y, en particular, la producción <strong>capital</strong>ista. Es una<br />

parte de la riqueza social que necesita sacrificarse al proceso de circulación . 4<br />

Los gastos de circulación, derivados d<strong>el</strong> simple cambio de forma d<strong>el</strong> valor, de la<br />

circulación idealmente considerada, no se incorporan al valor de las mercancías. Las partes<br />

de <strong>capital</strong> desembolsadas para hacerles frente constituyen desde <strong>el</strong> punto de vista d<strong>el</strong><br />

<strong>capital</strong>ista, simples deducciones d<strong>el</strong> <strong>capital</strong> productivamente invertido. Los gastos de<br />

circulación que ahora examinamos tienen un carácter distinto. Pueden nacer de procesos de

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