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el-capital-ii

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pesar de <strong>el</strong>lo, con respecto a los otros dos, <strong>el</strong> verdadero descubridor d<strong>el</strong> oxígeno, ya que<br />

aquéllos no hicieron más que tropezar con <strong>el</strong> nuevo <strong>el</strong>emento sin sospechar siquiera qué<br />

era aqu<strong>el</strong>lo en que tropezaban.<br />

Pues bien; la r<strong>el</strong>ación que medía entre Lavoisier y Priestley y Sche<strong>el</strong>e es la misma<br />

que media, en lo tocante a la teoría de la plusvalía, entre Marx y sus predecesores. La<br />

existencia de esa parte de valor d<strong>el</strong> producto a que hoy damos <strong>el</strong> nombre de plusvalía,<br />

habíase comprobado mucho antes de Marx; y asimismo se había expresado, con mayor o<br />

menor claridad, en lo que consiste, a saber: en <strong>el</strong> producto d<strong>el</strong> trabajo por <strong>el</strong> que quien se lo<br />

apropia no paga equivalente alguno. Pero no se pasaba de ahí. Los unos –los economistas<br />

burgueses clásicos– investigaban, a lo sumo, la proporción en que <strong>el</strong> producto d<strong>el</strong> trabajo se<br />

repartía entre <strong>el</strong> obrero y <strong>el</strong> poseedor de los medios de producción. Los otros –los<br />

socialistas– encontraban este reparto injusto y buscaban medios utópicos para corregir la<br />

injusticia. Pero, tanto unos como otros seguían aferrados a las categorías económicas<br />

anteriores a <strong>el</strong>los.<br />

Fue entonces cuando apareció Marx. Y apareció en directa contraposición con todos<br />

sus predecesores. Allí donde éstos veían una solución, Marx vio solamente un problema.<br />

Vio que aquí no se trataba ni de aire desflogistizado ni de aire ígneo, sino de oxígeno; que<br />

no se trataba ni de la simple comprobación de un hecho económico corriente, ni d<strong>el</strong><br />

conflicto de este hecho con la eterna justicia y la verdadera moral, sino de un hecho que<br />

estaba llamado a revolucionar toda la economía y que daba –a quien supiera interpretarlo–<br />

la clave para comprender toda la producción <strong>capital</strong>ista. A la luz de este hecho, investigó<br />

todas las categorías anteriores a él, lo mismo que Lavoisier había investigado a la luz d<strong>el</strong><br />

oxígeno todas las anteriores categorías de la química flogistica. Para saber qué era la<br />

plusvalía, tenía que saber qué era <strong>el</strong> valor. Y <strong>el</strong> único camino que se podía seguir, para <strong>el</strong>lo,<br />

era <strong>el</strong> de someter a crítica, ante todo, la propia teoría d<strong>el</strong> valor de Ricardo. Y así, Marx<br />

investigó <strong>el</strong> trabajo en su función creadora de valor y puso en claro por vez primera qué<br />

trabajo y por qué y cómo crea valor, descubriendo que <strong>el</strong> valor no es otra cosa que trabajo<br />

de esta clase cristalizado, punto éste que Rodbertus no llegó jamás a comprender. Luego,<br />

Marx investigó la r<strong>el</strong>ación entre la mercancía y <strong>el</strong> dinero y demostró cómo y por qué,<br />

gracias a la cualidad de valor inherente a <strong>el</strong>la, la mercancía y <strong>el</strong> cambio de mercancías<br />

tienen necesariamente que engendrar la antítesis de mercancía y dinero; su teoría d<strong>el</strong> dinero<br />

cimentada sobre esta base, es la primera teoría completa, hoy tácitamente aceptada por todo<br />

<strong>el</strong> mundo. Investigó la conversión d<strong>el</strong> dinero en <strong>capital</strong> y demostró que este proceso<br />

descansa en la compra y venta de la fuerza de trabajo. Y, sustituyendo <strong>el</strong> trabajo por la<br />

fuerza de trabajo, por la cualidad creadora de valor, resolvió de golpe una de las<br />

dificultades contra las que se había estr<strong>el</strong>lado la escu<strong>el</strong>a de Ricardo: la imposibilidad de<br />

poner intercambio de <strong>capital</strong> y trabajo en consonancia con la ley ricardiana de la<br />

determinación d<strong>el</strong> valor por <strong>el</strong> trabajo. Sentando la distinción d<strong>el</strong> <strong>capital</strong> en constante y<br />

variable, consiguió por vez primera exponer hasta en sus más pequeños detalles y, por<br />

tanto, explicarlo, <strong>el</strong> proceso de la formación de plusvalía en su verdadero desarrollo, cosa<br />

que ninguno de sus predecesores había logrado: estableció, por este camino, una distinción<br />

entre dos clases de <strong>capital</strong> de la que ni Rodbertus ni los economistas burgueses habían sido<br />

capaces de sacar nada en limpio y que, sin embargo, nos da la clave para resolver los<br />

problemas económicos más intrincados, como lo demuestra palmariamente, una vez más,<br />

este libro II y lo demostrará más aún, según se verá en su día, <strong>el</strong> libro III. Siguió

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