el-capital-ii
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trabajo, pues desde este punto de vista todo depende de la proporción existente entre <strong>el</strong><br />
<strong>capital</strong> invertido en medios de producción y <strong>el</strong> invertido en fuerza de trabajo. Por <strong>el</strong><br />
contrario, desde <strong>el</strong> punto de vista d<strong>el</strong> proceso de circulación, de la distinción entre <strong>el</strong> <strong>capital</strong><br />
fijo y <strong>el</strong> <strong>capital</strong> circulante, es igualmente indiferente la proporción en que una determinada<br />
cantidad de valor invertido en <strong>capital</strong> circulante se distribuya en material de trabajo y<br />
salarios. Desde un punto de vista, <strong>el</strong> material de trabajo entra en la misma categoría que los<br />
medios de trabajo, en contraposición al valor–<strong>capital</strong> invertido en fuerza de trabajo. Desde<br />
otro punto de vista, la parte d<strong>el</strong> <strong>capital</strong> invertida en fuerza de trabajo se incluye en la misma<br />
categoría que la invertida en material de trabajo, por oposición a la parte de <strong>capital</strong> que se<br />
invierte en medios de trabajo.<br />
Por eso Ricardo no menciona para nada la parte de valor d<strong>el</strong> <strong>capital</strong> invertida en<br />
material de trabajo (materias primas y materias auxiliares). Esta parte desaparece<br />
completamente aquí. La razón de <strong>el</strong>lo es que no cuadra en <strong>el</strong> <strong>capital</strong> fijo, porque en <strong>el</strong><br />
régimen de circulación ricardiano coincide por entero con la parte de <strong>capital</strong> invertida en<br />
fuerza de trabajo. Y, por otra parte, no puede situarse tampoco en <strong>el</strong> mismo plano que <strong>el</strong><br />
<strong>capital</strong> circulante, pues con <strong>el</strong>lo se destruiría por sí misma la equiparación de la distinción<br />
entre <strong>el</strong> <strong>capital</strong> fijo y <strong>el</strong> circulante con la contraposición entre <strong>el</strong> <strong>capital</strong> constante y <strong>el</strong><br />
variable, identificación que Ricardo toma de A. Smith y acepta tácitamente. Ricardo tiene<br />
demasiado instinto lógico para no darse cuenta de esto; por eso omite en absoluto esta parte<br />
d<strong>el</strong> <strong>capital</strong>.<br />
Hay que observar aquí que <strong>el</strong> <strong>capital</strong>ista, según <strong>el</strong> lenguaje de la economía política,<br />
ad<strong>el</strong>anta <strong>el</strong> <strong>capital</strong> invertido en salarios en distintos plazos, según que pague estos salarios,<br />
por ejemplo, por semanas, por meses o por trimestres. En realidad, las cosas ocurren a la<br />
inversa. Es <strong>el</strong> obrero quien ad<strong>el</strong>anta al <strong>capital</strong>ista su trabajo por una semana, un mes o un<br />
trimestre, según los plazos en que se le abonen sus salarios. Si <strong>el</strong> <strong>capital</strong>ista comprase la<br />
fuerza de trabajo en vez de pagarla, es decir, sí abonase <strong>el</strong> salario al obrero, diaria, semanal,<br />
mensual o trimestralmente, por ad<strong>el</strong>antado, podría hablarse de un ad<strong>el</strong>anto d<strong>el</strong> salario para<br />
<strong>el</strong> plazo correspondiente. Pero como, en realidad, le paga cuando ya <strong>el</strong> trabajo ha durado<br />
un día, una semana o un mes, en vez de comprarlo y pagarlo por <strong>el</strong> plazo que debe durar,<br />
tenemos que todo esto no es más que un quid pro quo <strong>capital</strong>ista, con <strong>el</strong> que <strong>el</strong> ad<strong>el</strong>anto que<br />
<strong>el</strong> obrero hace al <strong>capital</strong>ista en trabajo se trueca en un ad<strong>el</strong>anto que <strong>el</strong> <strong>capital</strong>ista hace en<br />
dinero al trabajador. Y los términos d<strong>el</strong> problema no se alteran en lo más mínimo por <strong>el</strong><br />
hecho de que <strong>el</strong> <strong>capital</strong>ista sólo recobre de la circulación o sólo realice <strong>el</strong> producto mismo o<br />
su valor –según <strong>el</strong> tiempo más o menos largo que se emplee en <strong>el</strong>aborarlo y también según<br />
la cantidad de tiempo necesaria para su circulación– en plazos de mayor o menor duración<br />
(en unión con la plusvalía incorporada a él). Al vendedor le tiene completamente sin<br />
cuidado lo que <strong>el</strong> comprador de una mercancía se proponga hacer con <strong>el</strong>la. El <strong>capital</strong>ista no<br />
obtiene más barata una máquina por <strong>el</strong> hecho de que tenga que desembolsar su importe<br />
íntegro de una vez, y en cambio este mismo valor sólo refluye a sus manos de la circulación<br />
de un modo gradual y fragmentario, ni paga más caro <strong>el</strong> algodón porque su valor entre<br />
íntegramente en <strong>el</strong> valor d<strong>el</strong> producto <strong>el</strong>aborado con él, siendo por tanto repuesto en su<br />
totalidad y de una vez mediante la venta d<strong>el</strong> producto.<br />
Volvamos a Ricardo.<br />
1) Lo que caracteriza al <strong>capital</strong> variable es que una determinada parte, una parte<br />
dada (y por tanto, como tal, constante) d<strong>el</strong> <strong>capital</strong>, una suma de valor dada (que se supone<br />
igual al valor de la fuerza de trabajo, aunque para estos efectos es indiferente que <strong>el</strong> salario