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el-capital-ii

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investigando la misma plusvalía y descubrió sus dos formas: la plusvalía absoluta y la<br />

r<strong>el</strong>ativa, señalando <strong>el</strong> pap<strong>el</strong> distinto, pero decisivo en ambos casos, que la plusvalía<br />

desempeña en <strong>el</strong> desarrollo histórico de la producción <strong>capital</strong>ista. Y, sobre la base de la<br />

plusvalía, desarrolló la primera teoría racional d<strong>el</strong> salario que poseemos y trazó por vez<br />

primera las líneas generales para una historia de la acumulación <strong>capital</strong>ista y para una<br />

exposición de su tendencia histórica.<br />

¿Y Rodbertus? Después de leer todo esto, ve en <strong>el</strong>lo –economista de tendencia,<br />

como siempre– un "asalto a la sociedad", le parece que él ha dicho de un modo mucho más<br />

breve y más claro de dónde nace la plusvalía y encuentra, finalmente, que todo esto se<br />

amolda, indudablemente, a "la actual forma de <strong>capital</strong>", es decir, al <strong>capital</strong> tal como existe<br />

históricamente, pero no al "concepto d<strong>el</strong> <strong>capital</strong>", es decir, a la idea utópica que d<strong>el</strong> <strong>capital</strong><br />

se ha formado <strong>el</strong> señor Rodbertus. Exactamente lo mismo que sucedía al vejo Priestley, que<br />

hasta su muerte ponía la mano en <strong>el</strong> fuego por <strong>el</strong> flogismo, sin querer saber absolutamente<br />

nada d<strong>el</strong> oxígeno. Con la diferencia de que Priestley fue realmente <strong>el</strong> primero que tropezó<br />

con <strong>el</strong> oxígeno, mientras que Rodbertus, con su plusvalía, o mejor dicho con su "renta", no<br />

hizo más que volver a descubrir un lugar común, y de que Marx, al contrario que los<br />

predecesores de Lavoisier, jamás afirmó haber sido <strong>el</strong> primero en descubrir <strong>el</strong> hecho de la<br />

existencia de la plusvalía.<br />

Las demás aportaciones de Rodbertus en materia de economía. se hallan al mismo<br />

niv<strong>el</strong> de ésta. Su <strong>el</strong>aboración de la plusvalía hasta convertirla en un concepto utópico, fue<br />

criticada ya por Marx, sin proponérs<strong>el</strong>o, en la Misére de la Philosophie; y cuanto restaba<br />

por decir acerca de esto, ha sido dicho por mí en <strong>el</strong> prólogo a la traducción alemana de la<br />

citada obra. La tendencia a las crisis comerciales por <strong>el</strong> déficit de consumo de la clase<br />

obrera la encontramos ya en los Nouveaux Principes de l'Économie Politique de Sismondi,<br />

libro IV, capítulo IV. 3 Sólo que Sismondi no pierde de vista nunca <strong>el</strong> mercado mundial,<br />

mientras que <strong>el</strong> horizonte de Rodbertus queda encerrado dentro de las fronteras prusianas.<br />

Sus especulaciones sobre si <strong>el</strong> salario proviene d<strong>el</strong> <strong>capital</strong> o de la renta son puro<br />

escolasticismo y quedan definitivamente liquidadas con la sección tercera de este libro II de<br />

El Capital. Su teoría de la renta es propiedad exclusiva suya y podrá seguir sesteando<br />

tranquilamente hasta que vea la luz <strong>el</strong> manuscrito de Marx en que se hace la crítica de <strong>el</strong>la.<br />

Finalmente, sus proposiciones encaminadas a emancipar la propiedad territorial de la vieja<br />

Prusia de la opresión d<strong>el</strong> <strong>capital</strong> son también completamente utópicas; en <strong>el</strong>las se <strong>el</strong>ude, en<br />

efecto, la única cuestión práctica que aquí se ventila: la cuestión de saber cómo <strong>el</strong><br />

terrateniente de la vieja Prusia puede ingresar, digamos, 20,000 marcos un año con otro y<br />

gastar, por ejemplo, 30,000, sin contraer deudas.<br />

La escu<strong>el</strong>a ricardiana fracasó hacía 1830 por culpa de la plusvalía. El problema que<br />

<strong>el</strong>la no fue capaz de resolver siguió siendo un problema sin solución, con harta mayor<br />

razón, para su sucesora, la economía vulgar. He aquí los dos puntos contra los cuales<br />

Ricardo y su escu<strong>el</strong>a se estr<strong>el</strong>laron:<br />

Primero. El trabajo es la medida d<strong>el</strong> valor. Sin embargo, <strong>el</strong> trabajo vivo, al ser<br />

cambiado por <strong>capital</strong>, presenta un valor inferior al d<strong>el</strong> trabajo materializado por <strong>el</strong> que se<br />

cambia. El salario, <strong>el</strong> valor de una determinada cantidad de trabajo vivo, es siempre inferior<br />

al valor d<strong>el</strong> producto creado por esta misma cantidad de trabajo vivo o en que ésta toma<br />

cuerpo. Así formulado, <strong>el</strong> problema es, en efecto, insoluble. Marx lo plantea en sus

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