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el-capital-ii

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función consume, por tanto, de una parte, fuerza y, de otra, medios de trabajo. Ocurre con<br />

esto exactamente lo mismo que con <strong>el</strong> tiempo invertido en comprar y vender.<br />

Como unidad, dentro de sus ciclos, como valor en marcha, sea dentro de la órbita de<br />

la producción o dentro de las dos fases que forman la órbita de la circulación, <strong>el</strong> <strong>capital</strong> sólo<br />

existe idealmente bajo la forma de dinero aritmético, de momento solamente en la cabeza<br />

d<strong>el</strong> productor, <strong>capital</strong>ista o no, de mercancías. La contabilidad, que incluye también la<br />

fijación o <strong>el</strong> cálculo de los precios de las mercancías, establece y controla este movimiento.<br />

El movimiento de la producción y sobre todo <strong>el</strong> de la valorización –en que las mercancías<br />

sólo figuran como exponentes de valor, como nombres de cosas cuya existencia ideal de<br />

valor se fija en dinero aritmético–, se refleja de este modo en la idea por medio de una<br />

imagen simbólica. Mientras <strong>el</strong> productor individual de mercancías lleva la contabilidad en<br />

su cabeza (como hace, por ejemplo, <strong>el</strong> campesino, hasta que la agricultura <strong>capital</strong>ista hace<br />

que surja <strong>el</strong> empresario agrícola, con una contabilidad organizada) o se limita a registrar en<br />

un libro los gastos, los ingresos, los vencimientos, etc., de pasada, <strong>el</strong> margen d<strong>el</strong> tiempo de<br />

producción, es evidente que esta función y los instrumentos de trabajo que requiere, <strong>el</strong><br />

pap<strong>el</strong>, etc., representan un consumo adicional de tiempo e instrumentos de trabajo, que,<br />

aunque necesarios, suponen una merma tanto d<strong>el</strong> tiempo que puede emplear<br />

productivamente como de los instrumentos de trabajo aplicados al verdadero proceso de<br />

producción, a la creación de un producto y de un valor. 3 La naturaleza de la propia función<br />

no cambia ni por <strong>el</strong> volumen que adquiere al concentrarse en manos d<strong>el</strong> productor<br />

<strong>capital</strong>ista de mercancías, dejando de ser la función de muchos pequeños productores de<br />

mercancías para convertirse en función de un <strong>capital</strong>ista, vinculada a un proceso de<br />

producción en gran escala, ni por <strong>el</strong> hecho de desglosarse de las funciones productivas, de<br />

las que era accesorio, para pasar a ser, adquiriendo existencia independiente, la función<br />

específica de determinados agentes a quienes está exclusivamente encomendada.<br />

La división d<strong>el</strong> trabajo, <strong>el</strong> hecho de que una función adquiera existencia<br />

independiente, no la convierte en creadora de producto y de valor si no lo era ya de por sí,<br />

es decir, antes de haber logrado su independencia. Cuando un <strong>capital</strong>ista invierte su <strong>capital</strong><br />

en un negocio nuevo, no tiene más remedio que dedicar una parte de él a comprar un<br />

contable, etc., y a adquirir los materiales necesarios para la contabilidad. Y si su <strong>capital</strong> está<br />

ya funcionando, dedicado a su proceso constante de reproducción, tiene que hacer revertir<br />

constantemente una parte d<strong>el</strong> producto–mercancía, transformándolo en dinero, para pagar a<br />

los contables, dependientes, etc. Esta parte d<strong>el</strong> <strong>capital</strong> se sustrae al proceso de producción y<br />

figura entre los gastos de circulación, que hay que deducir d<strong>el</strong> producto total. (Incluyendo<br />

la fuerza de trabajo que se aplica exclusivamente a esta función.)<br />

Existe, sin embargo, cierta diferencia entre los gastos originados por la contabilidad<br />

o por <strong>el</strong> empleo improductivo d<strong>el</strong> tiempo de trabajo, de una parte, y los que, de otra parte,<br />

origina <strong>el</strong> tiempo consagrado exclusivamente a comprar y vender. Estos responden<br />

simplemente a la forma social concreta d<strong>el</strong> proceso de producción, a su carácter de proceso<br />

de producción de mercancías. La contabilidad, en cambio, como control y compendio ideal<br />

d<strong>el</strong> proceso, es más necesaria cuanto más carácter social adquiere este proceso y más pierde<br />

su carácter puramente individual; es más necesaria, por tanto, en la producción <strong>capital</strong>ista<br />

que en la producción desperdigada de las empresas artesanales y campesinas, y más<br />

necesaria todavía en una producción de tipo colectivo que en la producción <strong>capital</strong>ista. Sin<br />

embargo, los gastos de la contabilidad se reducen a medida que se concentra la producción<br />

y aquélla se va convirtiendo en una contabilidad social.

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