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el-capital-ii

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halle formado simplemente por <strong>el</strong> dinero sustraído a la circulación anterior y que reviste la<br />

forma de tesoro en manos de algunos <strong>capital</strong>istas. Y cabe asimismo que este <strong>capital</strong>–dinero<br />

latente consista exclusivamente en signos de valor –por <strong>el</strong> momento, prescindimos aquí d<strong>el</strong><br />

dinero fiduciario– o en meros derechos de los <strong>capital</strong>istas contra terceros (títulos jurídicos)<br />

garantizados mediante documentos legales. En todos estos casos, cualquiera que sea la<br />

modalidad que presente este <strong>capital</strong>–dinero adicional, sólo representa, en cuanto <strong>capital</strong> en<br />

ciernes, simples títulos jurídicos adicionales y mantenidos en reserva de los <strong>capital</strong>istas<br />

sobre la futura producción anual adicional de la sociedad.<br />

“La masa de la riqueza realmente acumulada, considerada en cuanto a su<br />

volumen,... es, pues, absolutamente insignificante sí se la compara con las fuerzas<br />

productivas de la sociedad a la que pertenece, cualquiera que sea su grado de civilización, o<br />

aunque sólo se la compare con <strong>el</strong> consumo real de esta misma sociedad durante unos pocos<br />

años; tan insignificante, que la atención fundamental de los legisladores y de los<br />

economistas hubo de dirigirse a las fuerzas productivas y a su futuro libre desarrollo, y no,<br />

como hasta entonces, a la mera riqueza acumulada que salta a la vista. La inmensa mayoría<br />

de la que se llama riqueza acumulada es puramente nominal y no se halla formada por<br />

objetos materiales, barcos, casas, géneros de algodón, mejoras en la tierra, etc., sino por<br />

simples títulos jurídicos, por <strong>el</strong> derecho a participar en las fuerzas productivas anuales<br />

futuras de la sociedad, títulos creados y perpetuados por expedientes o instituciones de un<br />

estado de inseguridad... El empleo de tales artículos (acumulaciones de objetos materiales o<br />

de riquezas real) como simple medio de que sus poseedores se valen para apropiarse la<br />

riqueza que crearán las fuerzas productivas futuras de la sociedad, se lo han ido<br />

sustrayendo gradualmente las leyes naturales de la distribución sin la acción de la<br />

violencia; apoyado por <strong>el</strong> trabajo cooperativo (co-operative labour), se les sustraería en<br />

unos cuantos años" (William Thompson, Inquiry into the Principles of the Distribution of<br />

Wealth, Londres, 1850, p. 453. La primera edición de esta obra vio la luz en 1824).<br />

"Se tiene poco en cuenta, y la mayoría de la gente ni siquiera lo sospecha, cuán<br />

extraordinariamente pequeña, lo mismo en cuanto a la masa que en cuanto a la fuerza de<br />

acción, es la proporción existente entre las acumulaciones efectivas de la sociedad y las<br />

fuerzas humanas productivas, e incluso entre aquéllas y <strong>el</strong> consumo ordinario de una sola<br />

generación de hombres en <strong>el</strong> espacio de pocos años. La razón de esto salta a la vista, pero <strong>el</strong><br />

efecto es bastante perjudicial. La riqueza que se consume anualmente desaparece al usarse;<br />

sólo permanece de manifiesto durante un instante y produce impresión solamente mientras<br />

se la disfruta o se la consume. En cambio, la parte de la riqueza que se va consumiendo<br />

lentamente, los muebles, las máquinas, los edificios, permanecen ante nuestra vista desde la<br />

infancia hasta la vejez, como monumentos perdurables d<strong>el</strong> esfuerzo humano. La posesión<br />

de esta parte fija, permanente de la riqueza pública, que se va consumiendo poco a poco –<br />

de la tierra y de las materias primas contenidas en <strong>el</strong>la, de las herramientas con que se<br />

trabaja, de los edificios que albergan al hombre durante su trabajo–, permite a los<br />

propietarios de estos objetos dominar en provecho propio las fuerzas anuales de producción<br />

de todos los obreros verdaderamente productivos de la sociedad, por insignificantes que<br />

aqu<strong>el</strong>los objetos puedan ser, comparados con los productos constantemente reiterados de<br />

este trabajo. La población de la Gran Bretaña e Irlanda es de 20 millones; <strong>el</strong> consumo<br />

medio de cada individuo, hombres, mujeres y niños, oscila probablemente alrededor de 20<br />

libras esterlinas, lo que hace en conjunto una riqueza de unos 400 millones de libras<br />

esterlinas, que es <strong>el</strong> producto d<strong>el</strong> trabajo consumido anualmente. El importe total d<strong>el</strong> <strong>capital</strong>

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